Las instalaciones que actualmente ocupa la comarca de La Litera en Binéfar tienen tras sí una larga historia. Su construcción, como campo de experiencias y demostración agrícolas con aplicación al cultivo de regadío, fue aprobada en 1906 a petición del Sindicato de Riegos de Binéfar y la Comisión Ejecutiva del Canal, aunque las obras se finalizaron totalmente entre 1909 y 1910, y es que, aunque con la inauguración del canal de Aragón y Cataluña el agua estaba asegurada, faltaba mucho para convertir las tierras en regadío y los agricultores de la comarca desconocían los cultivos que permitía la nueva realidad, así como el uso de fertilizantes y nueva maquinaria.
La creación de este establecimiento fue aprobada por el rey Alfonso XIII mediante Real Orden el 28 de febrero de 1906, en vísperas de la inauguración del canal. Sin embargo, los binefarenses eran más ambiciosos y pretendían algo más que un simple campo de demostración. Por esa razón, el Ayuntamiento de Binéfar, vocales del Sindicato de Riegos y mayores contribuyentes de la localidad lograron adquirir, a las familias Ruata y Bañeres, un terreno más amplio en el que el Estado pudiera establecer un centro con un carácter más experimental. De esta forma, la concesión fue ampliada y, finalmente, el primitivo campo de demostración acabaría siendo la Estación de Estudios de Aplicación de Riegos de Binéfar, uno de los 77 centros de investigación agronómica que la política pública, inspirándose en experiencias similares existentes en toda Europa, creó por toda la geografía española entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. De ellos, solamente dos estaban especializados en el regadío: el de Binéfar y el de Sevilla.
El proyecto corrió a cargo de Miguel Padilla y Erruz, ingeniero agrónomo entonces director de la Escuela Práctica de Agricultura de Zaragoza y las instalaciones quedaron formadas por tres edificios. El central albergaba las oficinas, el laboratorio y la vivienda del director, otro actuaba como granero y almacén de maquinaria y por último el tercero contaba con cuadras, un pajar y las habitaciones del resto del personal, integrado por el ayudante del director, el capataz de cultivos, el guarda y el mozo de laboratorio. Los trabajos de investigación de la Estación de Binéfar, que llegó a gestionar 14 hectáreas entre propias y arrendadas, se centraron en la transpiración vegetal, el estudio de los problemas de salinidad que presentaban las tierras puestas en regadío, el uso de los abonos, las rotaciones de cosechas
y las necesidades de agua de los diferentes cultivos. Como finalidad secundaria y para aprovechamiento de forrajes y subproductos, la estación tenía ganadería —sobre todo ganado vacuno de trabajo y ordeño— y un parque avícola en el que se obtenían aves seleccionadas que eran cedidas a precios reducidos a los agricultores.
El primer director de la Estación fue el ingeniero Pedro Navarro de Micheo, autor de numerosos trabajos divulgativos que fueron publicados en la prensa de la época. Bajo su dirección se editó también el Boletín Agrícola, gratuito y de periodicidad mensual, cuyo primer número vio la luz en febrero de 1916. Pedro Navarro era un ardiente defensor de la introducción de los nuevos cultivos, así como de hermanar agricultura y ganadería y pretendía desterrar el sistema de año y vez mediante el sistema de alternancia de cultivos. A él le siguió el joven Joaquín de Pitarque y Elío, también autor de numerosas publicaciones y que con posterioridad llegaría a ser ingeniero jefe del Servicio de Aplicaciones Agronómicas de la CHE, asesor de la Cámara Oficial Sindical Agraria de Zaragoza y decano del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de la 1ª Región, con sede en Zaragoza. Otro director de la Estación fue Luis Cavanillas Rodríguez, definido por miembros de la Asociación de Labradores de Binéfar como «iniciador y apóstol del fomento de la ganadería en esta región». Cavanillas llegó a ser Inspector General del Cuerpo Nacional de Ingenieros Agrónomos y profesor de Hidráulica General y Agrícola. Fue asimismo autor de diversos libros y trabajos sobre evapotranspiración y utilización de aguas subterráneas para riegos.
En resumen, en el periodo 1910-1930 la Estación de Estudios de Aplicación del Riego de Binéfar fue un centro agronómico de prestigio que no solo ayudó a todos los agricultores literanos beneficiados por el regadío que lo desearon, sino que en él se llevaron a cabo estudios de investigación que fueron reproducidos en multitud de medios de la época, tanto prensa general como especializada. En la década de los 30 sin embargo, su gestión pasó a ser competencia de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), que había nacido en 1926 con la denominación de Confederación Sindical Hidrográfica del Ebro. Para entonces, la CHE, dentro de su política hidráulica y agraria, había puesto en marcha varios centros agronómicos con el fin de mejorar la calidad y los rendimientos de los cultivos, la optimización de los sistemas de riego o la investigación contra plagas. Estos centros se denominaron de forma habitual «granjas experimentales», que fue el nombre con el que se conoció a partir de entonces el centro binefarese. Sin embargo, y a pesar de que se llevaron a cabo investigaciones pioneras hasta la década de los 50 sobre evapotranspiración, no parece que la actividad llevada a cabo por parte de la CHE a partir de entonces fuera muy intensa y el centro languideció progresivamente conforme avanzaba el siglo. A pesar de ello, las instalaciones de la que fuera Estación de Estudios vivieron una gran actividad al inicio de la Guerra Civil al albergar un hospital. Como ya es sabido, tras la sublevación militar contra la República del 18 de julio de 1936, en nuestra zona se produjo una amplia movilización social que se propuso ensayar una completa reorganización de la vida pública en la que los medios de producción debían explotarse colectivamente.
Nacieron así las colectividades, presentes todos los pueblos y núcleos agregados tanto de nuestra comarca como de comarcas limítrofes, y Binéfar se convirtió, por sus excelentes comunicaciones, en sede de la Federación Comarcal de Colectividades de Monzón, que incluía poblaciones de la Litera y el Cinca Medio. Esta Federación fue la responsable de la transformación de la granja experimental de la CHE en el hospital Casa de Salud Durruti que, gracias al esfuerzo colectivo (solo en su puesta en marcha se gastaron 60 000 pesetas) y al de los doctores que colaboraron de forma desinteresada, en abril de 1937 disponía ya de unas 40 camas. Los pacientes, procedentes de los 32 pueblos que integraban la Comarcal, contaban en el hospital y de forma gratuita con un servicio de consulta de medicina general en el que se atendía diariamente a 25 pacientes y diversas especialidades médicas (traumatología, ginecología, análisis…) e incluso se contaba con un quirófano, como demuestra la petición enviada por el Consejo Local a Federica Montseny solicitando una bombilla para el mismo cuyo coste ascendía a 2 400 pesetas. Disueltas las colectividades, hay también constancia de que la granja experimental de la CHE fue lugar de acuartelamiento para las tropas del bando nacional una vez llegaron a Binéfar.
En 1987 y ante su falta de actividad, el Ayuntamiento de Binéfar comenzó a plantearse la posibilidad de utilizar el complejo, mediante adquisición o arrendamiento, para establecer en él algún tipo de centro formativo (Formación Profesional, Escuela de Hostelería…). Tres años más tarde, en 1990, la CHE cedió la utilización de las instalaciones al Ayuntamiento de Binéfar por 25 años con la condición de que su uso fuera conjunto con la Mancomunidad de la Litera, que también estaba interesada en él. La Mancomunidad ubicó allí su sede administrativa y diversos equipamientos y material de Protección Civil, todo ello tras realizar obras que repararan su lamentable estado tras años de inactividad.
Incluso convertida posteriormente en sede administrativa de la comarca de La Litera, la lucha para que la antigua granja pasara a ser propiedad del Ayuntamiento de Binéfar no cesó, y en 2003 se elevó la primera petición de cesión de la finca, proceso que culminó en 2016 cuando se recibió la escritura de propiedad y las dependencias se convirtieron, ya oficialmente, en propiedad municipal.
SILVIA ISABAL MALLÉN
Brillante artículo . como suele hacer Silvia siempre
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