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domingo, 7 de diciembre de 2025

El puesto de primeros auxilios Binéfar 1983

Hay noticias antiguas que, al releerlas décadas después, suenan a pequeñas epopeyas locales. Historias modestas, pero llenas de la ambición, la necesidad y la ilusión de un pueblo que todavía se estaba haciendo a sí mismo. Esta que apareció en La Voz de Binéfar en noviembre de 1983 es exactamente una de esas. Un recordatorio de cómo, incluso sin grandes presupuestos, una comunidad puede empeñarse en mejorar la vida de todos.

La pieza contaba que la Asamblea Local de Cruz Roja tenía entre ceja y ceja un objetivo claro: levantar un puesto permanente de primeros auxilios en Binéfar. No un proyecto faraónico, sino un servicio básico, útil, inmediato. Algo que hoy damos por hecho, pero que entonces se veía como un salto adelante en la atención sanitaria y en la capacidad de respuesta ante accidentes.

Cruz Roja Binéfar

 

Su presidente explicaba que el coste ascendía a cuatro millones de pesetas (que hoy nos haría fruncir el ceño, pero que en 1983 era simplemente “un dineral de los de antes”). Aun así, insistía en que el propósito merecía la pena: accidentes en carretera, incidentes en el campo, emergencias cotidianas… el tipo de situaciones imprevisibles ante las que una población activa y creciente como Binéfar necesitaba estar preparada.

La filosofía parecía clara: “cada asamblea asume el coste total”. Es decir: nada de esperar a que viniera “Madrid” a solucionarlo todo. Autogestión, compromiso vecinal y mucha, muchísima voluntad de remar.

El artículo relata también la llamada directa a empresas locales, comercios y vecinos para colaborar económicamente. “Todo lo que puedan prestar para llevar a término la obra lo más pronto posible”, decía. Y, con el tono típico de la época, reconocían que la economía no estaba para echar cohetes… pero que era precisamente por eso por lo que convenía hacer las cosas cuanto antes: si no se actuaba en frío, luego venían los sustos en caliente.

Había además un elemento curioso, casi entrañable, que acompaña a la noticia: la posibilidad de realizar el Servicio Militar en Binéfar. Sí, aquí mismo. La Provincial había confirmado que ese año llegarían diez soldados para formar plantilla en el municipio. Algo que, visto desde hoy, suena a ciencia ficción; pero que entonces fue un alivio para muchas familias. Sobre todo para los jóvenes que, como recordábamos también en nuestra entrada sobre insumisión, esperaban cualquier oportunidad para no tener que pasar meses lejos de casa.

Para ser “soldado voluntario de Cruz Roja”, explicaba el periódico, se exigía estar inscrito como voluntario en la Asamblea Local y poseer el título de socorrista. Nada descabellado, pero sí un filtro razonable en una época donde el voluntariado suponía una responsabilidad real y una disponibilidad total ante emergencias.

El puesto de primeros auxilios que Binéfar 1983

 

La noticia cerraba con una fotografía: un grupo de voluntarios, jóvenes en su mayoría, reunidos en una jornada de convivencia. Ropa sencilla, posturas naturales, miradas directas. Esa estética inconfundible de los primeros años 80 en los pueblos: ni posado profesional ni selfie espontáneo; simplemente una comunidad en construcción.

Leyendo la noticia desde 2025, llama la atención cómo la Cruz Roja local era uno de los motores sociales del municipio. Igual que hoy nos organizamos en redes, grupos de WhatsApp o asociaciones, en 1983 la Cruz Roja era el engranaje que unía a jóvenes, familias, instituciones y empresas alrededor de un propósito común.

No sabemos cuántos de los que aparecen en la foto siguen viviendo aquí, pero sí sabemos que su empeño ayudó a sembrar una idea que acabaría siendo esencial: que Binéfar pudiera responder ante una emergencia sin depender de nadie más.

Aquella noticia del 83 es, en el fondo, una cápsula del tiempo. Un retrato de cómo éramos y de cómo queríamos ser. Y también un recordatorio de que muchos de los servicios que hoy consideramos “normales” nacieron así: con cuatro millones de pesetas, un grupo de voluntarios muy motivados y un pueblo dispuesto a arrimar el hombro.

 

Fuente: Voz de Binéfar noviembre 1983 

domingo, 30 de noviembre de 2025

La recogida de basuras en Binéfar en 1983

En febrero de 1983, La Voz de Binéfar dedicó una de sus páginas a explicar con detalle cómo funcionaba el servicio municipal de recogida de basuras y la ordenanza fiscal que lo regulaba. A simple vista podría parecer una de esas noticias administrativas que pasan sin pena ni gloria, pero hoy, leída con cierta perspectiva, retrata con bastante fidelidad cómo era la vida cotidiana y la organización pública del municipio hace más de cuatro décadas.

La imagen que acompañaba el artículo mostraba un camión de la marca Ebro, uno de los vehículos que el Ayuntamiento utilizaba para la recogida diaria. Un trabajador, junto al vehículo, aparecía en plena faena. No había automatismos, ni elevadores hidráulicos sofisticados: era un servicio manual, directo y constante, sostenido por personas que recorrían las calles a diario. Probablemente muchos vecinos reconocerían aquella escena como parte del paisaje habitual de la época.

La recogida de basuras en Binéfar en 1983

 

La ordenanza que se reproducía en la noticia —la número 38— establecía la tasa por el servicio de recogida domiciliaria de basuras, un tributo que tenía carácter obligatorio debido a la importancia higiénico-sanitaria del servicio. El texto remarcaba que nadie quedaba exento por su condición económica o social, salvo casos muy específicos previstos por la ley.

 

Vídeo generado con IA

 ¿Quién debía pagar?

La normativa de 1983 resultaba bastante clara:

  • Estaban obligados los propietarios de viviendas, incluso aunque estuvieran vacías.

  • También los locales comerciales, industriales y similares, usaran o no usaran el servicio.

  • En el caso de viviendas alquiladas, el propietario era quien asumía la tasa, aunque pudiera repercutirla al inquilino.

En un Binéfar que seguía creciendo, la ordenanza reflejaba la necesidad de ordenar un servicio que, aunque básico, implicaba gestión, personal y recursos. Además, quedaban especificados los distintos importes según el tipo de inmueble: viviendas de uno o más habitantes, bares, cafeterías, hoteles, locales industriales y fincas rústicas con vivienda. Cada categoría tenía su cuota anual fijada en pesetas.

Administración y padrones

El procedimiento administrativo estaba claramente pautado. Semestralmente se confeccionaba un padrón con todos los contribuyentes afectados. Dicho padrón se exponía al público durante quince días, tiempo durante el cual cualquier vecino podía presentar reclamaciones. Una vez revisadas, el Ayuntamiento aprobaba definitivamente el listado, que servía para emitir los recibos.

También se regulaban las altas y bajas, indicando cuándo debían comunicarse y en qué momento surtían efecto. Si un vecino no cumplía con la obligación de darse de alta, la ordenanza dejaba claro que la obligación económica no desaparecía.

La recogida de basuras en Binéfar en 1983
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Fuentes:

- La Voz de Binéfar, febrero 1983 

domingo, 23 de noviembre de 2025

Betis - CD Binéfar 1990

 Un día histórico en el Villamarín: Betis 4–0 Binéfar (21 de noviembre de 1990)

El 21 de noviembre de 1990 es una fecha que muchos béticos deben recordar con cariño. En el mítico Estadio Benito Villamarín, el Real Betis Balompié jugó ante el humilde C.D. Binéfar en la vuelta de la tercera ronda de la Copa de S.M. el Rey, logrando la victoria por 4–0. Aunque los medios de la época no han dejado abundante rastro en internet moderno, los datos y testimonios han sido preservados en registros históricos y crónicas de aficionados, y este partido merece un lugar especial en la memoria.

Desarrollo del partido y protagonistas

Desde muy temprano, el Betis dejó claro que la eliminatoria no estaba en peligro. En el minuto 5, Valentín, con un impecable cabezazo tras un centro de Rubén Bilbao, inauguró el marcador. Esa jugada temprana marcó el tono del choque: dominio local, ritmo controlado y mucha frescura ofensiva.

En la segunda mitad, el Betis amplió su ventaja. Al minuto 63, en una jugada colectiva, Cuéllar inició la acción y Puma Rodríguez la culminó con un gol de ley. Ya con el marcador muy a favor, el equipo dirigido por José Luis Romero se permitió rotar, pero no bajó la intensidad. En los minutos finales explotó el Villar-marín: Márquez marcó el tercero justo en el 90’, aprovechando su momento antes de tiempo adicional, y en el 91’, un penalti sobre Loreto fue transformado por Antonio Noria, que convirtió el 4-0 definitivo.

Este partido fue especialmente importante para dos jugadores que debutaban esa noche en competición oficial con el primer equipo del Betis: José Luis Loreto y Antonio Noria

Alineaciones y táctica

La alineación del Betis fue la siguiente: Trujillo en portería; en defensa, León, Miguel Ángel I, Miguel Ángel II y Rubén Bilbao; en el centro del campo, Ureña, Julio y Noria; y en ataque, Valentín (relevado por Loreto al descanso), Cuéllar y Puma Rodríguez (sustituido por Márquez hacia el final). La dirección técnica corría a cargo de José Luis Romero, que supo combinar juventud y experiencia para dominar a un rival más modesto.

Por su parte, el Binéfar, entrenado por Víctor Pinilla, presentó a Urigoitia; Julio Pérez, Benedé, Gomáriz, Maldonado; Onde, Cornago (relevado por Azpitarte), Celma, Jara; Emilio y Romasanta (más tarde Canela). Aun con el empuje de su afición —si lo tenían a ese nivel—, no lograron frenar el empuje ofensivo bético.

Contexto e importancia

Además, el duelo dejó un símbolo de renovación en el Betis: Loreto y Noria, dos jóvenes talentos, no solo debutaron, sino que jugaron con impacto (Loreto fue objeto del penalti y Noria lo materializó). También es relevante la aparición de Márquez, que marcó su gol en uno de sus primeros partidos con el primer equipo, algo que posteriormente reflejado en fuentes históricas del club.

Legado para el Binéfar y para el Betis

Para el Binéfar, el enfrentamiento ante el Betis fue un momento de gloria: disputar un partido copero en uno de los estadios más emblemáticos de España queda para siempre en la memoria. Aunque la eliminación fue contundente, el hecho de llegar a esa instancia ya habla del mérito de aquel equipo.

Para el Betis, este partido se inscribe en una campaña de transición, con jóvenes que asoman la cabeza y veteranos aportando estabilidad. A largo plazo, esos escalones en Copa ayudan a consolidar plantillas, dar experiencia a canteranos y ganarse el corazón de los socios.

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Del blog https://www.manquepierda.com/historiarealbetis/hoy-hace-35-anos-betis-4-binefar-0-en-copa/

El 21 de noviembre de 1990 en el Villamarín el Betis vence 4-0 al Binéfar en el partido de vuelta de la tercera ronda de la Copa.

En el minuto 5 Valentín de cabeza marcó el 1-0 a pase de Rubén Bilbao; en el 63 Loreto hizo el 2-0 tras una jugada de Cuéllar y Puma Rodríguez; en el 90 Márquez hizo el 3-0 y en el 91 un penalti cometido sobre Loreto lo transformó Noria para el 4-0 definitivo.


El Betis, dirigido por José Luis Romero, alineó a Trujillo; León, Miguel Angel I, Miguel Angel II, Rubén Bilbao; Ureña, Julio, Noria; Valentín (46, Loreto), Cuéllar y Puma Rodríguez (74, Márquez).


El Binéfar, entrenado por Víctor Pinilla, formó con Urigoitia; Julio Pérez, Benedé, Gomáriz, Maldonado; Onde, Cornago (68, Azpitarte), Celma, Jara; Emilio y Romasanta (72, Canela).

En este partido debutaron en competición oficial con el Real Betis Balompié José Luis Loreto y Antonio Noria.

 

Real Betis Balonpie  - CD Binéfar 



Fuente: https://www.manquepierda.com/historiarealbetis/hoy-hace-35-anos-betis-4-binefar-0-en-copa

Binéfar en la tele nacional: 35 mujeres apoyan a Pasa la Vida

En marzo de 1994, un hecho pequeño solo en apariencia se convirtió en un gran momento para nuestra ciudad: un grupo de 35 mujeres de Binéfar viajó hasta Madrid para asistir en directo al plató del programa Pasa la vida, presentado por María Teresa Campos. La noticia, recogida en aquella edición de La Voz de Binéfar, refleja no solo el entusiasmo local, sino también la importancia de este programa de televisión en la España de los años noventa.

¿Qué era Pasa la vida?

Pasa la vida fue un innovador magacín de TVE-1 que se emitió entre *1991 y 1996, bajo la dirección y presentación de María Teresa Campos. ([Wikipedia][1]) Su fórmula era multifacética: entrevistas, debates, salud, moda, cocina, concursos, actuaciones musicales, tertulias… todo un contenedor de temas que reflejaba la vida cotidiana con frescura y cercanía. 

En 1993, el programa dio un salto importante: pasó de la sobremesa al horario matinal, consolidándose como referente en la televisión diurna. Para abril de 1994, por ejemplo, en un programa se combinaban secciones como “Noticias del día”, “Guisemos juntos”, concursos y hasta entrevistas con grandes figuras del momento. 

El viaje de las mujeres de Binéfar

Según la nota publicada en la Voz de Binéfar, estas 35 mujeres “decidieron un buen día llamar a la puerta del Ente Público Radio-Televisión Española” para pedir asistir al programa en directo. El equipo de Pasa la vida, encabezado por María Teresa Campos, respondió positivamente y las invitó al plató.

Para ellas fue la oportunidad de ver, en persona, todo el entramado de un programa televisivo: los decorados, las cámaras, el ambiente de producción. Pero también fue una experiencia de empoderamiento: mujeres de Binéfar que, con iniciativa y confianza, se hicieron un hueco detrás de las cámaras para formar parte activa de un espacio de comunicación nacional.

En el reportaje que publicó La Voz de Binéfar, se destacan “curiosas anécdotas” contadas por Campos, quien reiteró lo mucho que le impresionó la presencia del grupo. También se subraya el “buen trato” y la “simpatía” que su equipo mostró hacia estas vecinas. Fue, en resumen, una vivencia humana más que mediática.

Programa PAsa la Vida de TVE. Mujeres de Binéfar en 1994
Programa "Pasa la Vida" de TVE. Mujeres de Binéfar en 1994

Más allá del plató: una jornada cultural

Pero el viaje no quedó solo en lo televisivo. Las invitadas aprovecharon su estancia en Madrid para visitar algunos lugares de interés: cultura, arquitectura, museos… según la crónica local, incluso se acercaron al Centro Reina Sofía, ampliando su experiencia más allá del estudio de TVE.

Ese tipo de salidas demuestran que para ellas no era solo un “tour televisivo”, sino una inmersión en la capital y en su patrimonio cultural. Era, además, un momento de hermandad entre mujeres que compartían una pasión por lo colectivo y lo comunitario.

Generado con IA

¿Por qué es este episodio relevante para Binéfar?

Aunque hoy parezca un gesto modesto, en el contexto de los años noventa cobró una dimensión especial. En aquella época, la televisión pública era un medio clave para conectar pueblos con la cultura de la gran ciudad. Que vecinas de una localidad más pequeña como Binéfar tuvieran la oportunidad de participar como público en un programa de primer nivel era un símbolo de integración mediática y social.

Además, el hecho de que Pasa la Vida fuera presentado por María Teresa Campos —una figura televisiva muy potente— añadía un punto de prestigio. Campos, “reina de las mañanas”, se había convertido en un referente para muchas mujeres, tanto por su profesionalidad como por su capacidad para abordar temas diversos.

Un guiño al pasado desde el presente

Hoy, muchas décadas después, esta pequeña historia sigue siendo un tesoro para Binéfar. Nos recuerda cómo nuestras gentes participaron activamente en la cultura nacional, cómo se relacionaban con los grandes medios y cómo los sueños de conectividad y reconocimiento local se hacían realidad, incluso a través de un magacín televisivo.

Al repasar hemerotecas y otras entradas del blog sobre los años noventa en Binéfar, uno ve que esos tiempos estaban llenos de iniciativas ciudadanas, de orgullo local y de ganas de ver y ser vistos. Este episodio de Pasa la Vida se enmarca en ese fresco más amplio: una Binéfar que se proyectaba hacia fuera, con firmeza y con sueños de protagonismo.

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Mujeres de Binéfar en pasa la vida

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Fuentes:

[1]: https://es.wikipedia.org/wiki/Pasa_la_vida

[2]: https://revistas.ucm.es/index.php/ESMP/article/download/67781/4564456553279/4564456584669

[3]: https://www.rtve.es/play/videos/pasa-la-vida/maria-teresa-campos-1994/16130651/

[4]: https://www.hola.com/actualidad/20230905224346/maria-teresa-campos-vida-profesional/

[5]: La voz de Binéfar, marzo de 1994



domingo, 16 de noviembre de 2025

Diciembre de 1986: cuando la juventud de Binéfar salió a la calle


En la hemeroteca local, aparecen imágenes que hablan claro. La fotografía publicada en La Voz de Binéfar en diciembre de 1986 —la misma que ilustra esta entrada— captura un instante de esos que resumen una época: un grupo numeroso de estudiantes de Bachillerato del Instituto de Binéfar avanzando por las calles, pancarta en mano, reclamando algo tan sencillo como poder estudiar sin trabas.

El mensaje era directo: «No más trabas para estudiar». No había márketing político detrás, ni redes sociales, ni hashtags ingeniosos; solo la voz cruda de una generación que empezaba a comprender que la educación es un terreno donde siempre hay algo que defender.

Manifestación estudiantil en Bibéfar

El contexto nacional: un país en medio de una negociación educativa

1986 fue un año agitado para la enseñanza media en España. El Ministerio de Educación impulsaba reformas que afectaban a plantillas, horarios, recursos y condiciones para el alumnado. Las coordinadoras de institutos y el Sindicato de Estudiantes organizaron una serie de paros y manifestaciones en todo el país. El clima era de efervescencia: la democracia llevaba apenas una década asentándose y la juventud, que había crecido entre la ilusión del cambio social, no estaba dispuesta a ceder terreno en un derecho tan básico como el acceso a una educación digna.

Las movilizaciones no eran algo aislado: a lo largo de noviembre y diciembre se sucedieron manifestaciones en Madrid, Zaragoza, Barcelona, Valencia y un largo etcétera. Las demandas variaban según la región —desde la saturación de aulas hasta la falta de inversión en infraestructuras—, pero todas compartían un hilo común: la percepción de que se estaba poniendo en riesgo la calidad del sistema educativo.

Binéfar también levantó la voz

Lejos de las grandes capitales, la protesta arraigó igualmente en localidades pequeñas. Binéfar, como tantos otros municipios medianos y rurales, tenía su propio pulso educativo. El Instituto —hoy conocido como IES Sierra de San Quílez— ya concentraba a buena parte de la juventud comarcal, y las carencias se notaban: materiales que tardaban en llegar, espacios insuficientes, asignaturas sin profesorado estable, incertidumbre ante los cambios normativos…

Por eso no sorprende que, cuando llegó la convocatoria de huelga general de enseñanzas medias, un buen número de estudiantes binefarenses decidiera sumarse. Y lo hicieron a su manera: con determinación, con energía y con una mezcla de inocencia y firmeza que solo se da en la adolescencia.

La crónica de La Voz de Binéfar cuenta que aquel día recorrieron varias calles céntricas y terminaron frente al Ayuntamiento. En la imagen se ve un grupo compacto, mayoritariamente joven, marchando juntos con la pancarta desplegada. ¿Las conoces?. 

La expresión de quienes aparecen transmite lo que transmiten todas las manifestaciones juveniles: convicción, algo de nervios y ese impulso generacional que empuja a pensar que el futuro se puede moldear.

Un recordatorio para hoy

Mirar esta fotografía casi cuatro décadas después es un pequeño ejercicio de memoria cívica. No hace falta romantizar nada: las protestas no solucionan todos los problemas, pero sí sacan a la luz los que existen. Y en 1986, como ahora, la educación seguía necesitando defenderse.

Aquellos estudiantes de Binéfar no sabían si sus reivindicaciones tendrían efecto inmediato. Pero sí sabían una cosa: quedarse callados nunca es la opción más inteligente.

Porque el futuro no se espera, se exige. Y en diciembre de 1986, en este rincón del Alto Aragón, unos cuantos adolescentes lo dejaron muy claro.


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Fuerte: La voz de Binéfar


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