viernes, 19 de septiembre de 2014

Fiesta del Árbol celebrada en Binéfar en 1913

Presentamos en esta entrada la transcripción de la noticia de la segunda Fiesta del Árbol celebrada en Binéfar en 1913 y el archivo de imagen con la noticia original además de algunos enlaces interesantes sobre la fiesta del Árbol. 

Día del arból en Binefar
El Diario de Huesca
Periódico Liberal
Fundado por D. Manuel Camo Nogués
Año XXXIX – Martes 11 de marzo de 1913 – Redacción y administración coso Bajo, 4 – Número 11.150
Dos ediciones diarias – Amplia información nacional y extranjera – Corresponsales en todos los pueblos de la provincia.
 
Binéfar
La Fiesta del Árbol

 
En la tarde del pasado domingo, día 2 del actual, esta villa celebró la hermosa y educativa Fiesta del Árbol. Siendo la segunda que se celebra, resultó, cual en el pasado año, un día de asueto, de indefinible alegría, un acontecimiento superior a toda ponderación.
En ella los niños y niñas de las escuelas nacionales y Colegio Literano entonaron cuatro sentidos himnos: Uno a la agricultura y otro a España, por el citado colegio, y los otros, respectivamente, a los árboles y la Patria, por las niñas y  niños, juntamente, de ambas escuelas. Siempre fueron muy aplaudidos.

Se hicieron 65 plantaciones, con 50 moreras que regaló nuestro querido amigo el ingeniero agrónomo don Pedro Navarro, y 15 ailantos que también dio galantemente el horticultor señor Llaurens, vecino de esta misma villa.

Terminada la plantación, se repartieron entre los escolares 320 opíparas meriendas, sobrando 30 de las 350 que se tenían preparadas. Consistentes cada una en 20 gramos de salchichón, una naranja, dos buenas pastas y un panecillo, fueron elegantemente presentadas por la distinguida fondista viuda de Ramón Roy.

Niñas y niños de las escuelas y colegio llevaban, con sus banderas respectivas, cada uno un hermoso lazo con los distintivos nacionales. Y al terminar la merienda, en ordenada fila, y acompañados por la mayoría de los vecinos que habían acudido al lugar de la plantación, regresaron con sus maestros y autoridades a casa de la villa, de donde habían partido. En el salón de ésta, y en el principio de la Fiesta, el ilustrado maestro del Colegio Literano, don Gregorio Mayor, leyó unas cuartillas alusivas al acto, con mucho gusto, que le valieron reiterados y merecidos aplausos.

La Fiesta, en la que tomó parte casi todo Binéfar, terminó con un discurso del maestro nacional, pronunciado desde uno de los balcones de la expresada casa de la Villa. Y para que el inteligente lector pueda hacer comentarios sobre el mismo, sin dejar de afirmar antes que el disertante, don Agustín Sin Pueyo, al terminar, fue aplaudidísimo, felicitado y vitoreado frenéticamente, lo remitimos a la lectura de su copia literal e íntegra, esperando que, de verificarla, no ha de estimar en balde el tiempo empleado en ella.

Discurso del maestro nacional don Agustín Sin, pronunciado en la Fiesta del Árbol celebrada en Binéfar el día 2 de Marzo de 1913:
“Mi gratitud

¡¡Binefarenses!! Antes que nada, quiero saldar en parte la deuda que con vosotros contraje. Cuando en el pasado año tuve, cual hoy, el merecido honor de dirigiros la palabra para cantar las grandezas del árbol y de esta progresiva Fiesta, a los desacordes sonidos de la destemplada lira de mi pobre y menguado espíritu, recibí de vosotros consideraciones, atenciones, deferencias y ¡hasta aplausos!, tributados éstos y aquéllos por la prodigalidad de vuestros amores, de vuestra hidalguía y de vuestra proverbial nobleza que, mirando, sin duda, a mis deseos y entusiasmos, no parasteis mientes en mi desidoneidad. Por eso mi agradecimiento es grande, perdurable y en pago yo os hago, ya que otra cosa no me es posible, la ofrenda pública y cordial de mi intensa gratitud.

Beneficios que el árbol reporta
Y ahora, molestando un rato vuestra atención, permitirme os reseñe, siquiera sea brevemente, ya que en el pasado año también lo hiciera, algunos de los beneficios del árbol, con el fin de afianzar más y más la importancia y necesidad de esta Fiesta y pues que significa progreso y “educación”; permitirme también haga una disquisición sobre esta última y la enseñanza en este Binéfar de mis ensueños.
Muchos de los pueblos de la antigüedad divinizaron la vegetación, reconociendo, sin duda, su importancia. Entonces cada selva tenía un oráculo o templo que la hacía respetar; cada árbol ocultaba una ninfa bajo su corteza, y cada flor encerraba un ser celeste y desgraciado, que eran cual otras tantas centinelas colocadas en la soledad. Más la ciencia, que desde Gutemberg descubriera la imprenta en el siglo XV puede ser patrimonio de los más, no cesando de desvanecer errores, ha dado al traste con tales supersticiones sobre el particular, y en aquel entonces de tinieblas e ignorancia útiles, haciéndonos ver con la ley meridiana que debemos amar a los árboles y fomentar su plantación en honor a que ellos actúan de pararrayos de las cosechas y dan vida, salud y belleza al prodigar las lluvias, al aminorar los rigores de las temperaturas extremas, al engalanar la naturaleza y purificar la atmósfera.

En otro sentido, como dijera nuestro Mesías español, el llorado Costa, ellos actúan de cariñosas y eternas nodrizas de la humanidad, fabricando los más ricos, variados y sustanciosos frutos que en nuestra nación constituyen una riqueza de primer orden. Pues el aceite de oliva que exportamos al extranjero alcanza un valor de 59 millones de pesetas; la exportación de las naranjas nos da 51 millones de pesetas; la del vino, 44 millones; 34 millones la del corcho; 20 la de pasas; 12 millones la de almendras, y 10 millones también de pesetas, la de uvas. Todo lo cual nos proporciona un beneficio de 230 millones de pesetas, sin contar otros diversos frutos.

Pensando en esto, no titubeo en afirmar con don Pío Membrado, presidente del Fomento de Aragón, que si bien la ciencia, el oro y el poder han emigrado hacia las naciones del centro y Norte de Europa, no se nos podrán llevar nunca, jamás, nuestro clima que hace produzcan, parte de nuestro arbolado, los azucarados melocotones, las ricas peras y manzanas, las sabrosas naranjas, etc., etc., que los ricos alemanes, belgas, ingleses y yanquis, o han de renunciar a saborear, o nos tienen que comprar, resarciéndonos con esto por hoy y en parte del dinero que mandamos fuera por maquinarias, ferreterías, juguetes, sombreros, libros, vestidos.

¡Ya veréis, pues, cuán grandes son los beneficios del árbol y cuántos sus cuidados para con nosotros!

Así, y todo el egoísmo y avaricia de unos y la ignorancia de los más, han hecho que, cebándose la terrible hacha sobre el árbol, háyanse trocado las cumbres de nuestras montañas, ayer saturadas de vegetación, en ingratas torrenteras y feísimas calvas (¡símbolos de desolación, de miseria, de hambre!), todo lo cual ha motivado estos y otros tristes hechos: Que el calor y el frío sean por demás excesivos con gran prejuicio  de nuestras cosechas; que la fertilísima tierra que recibía amorosamente en su seno el agua de las lluvias, se nos vaya a los abismos del Mediterráneo y al fondo del Océano Atlántico; que mientras que en otras naciones las aguas son abundantísimas por la frecuencia de lluvias extensísimas de nuestras regiones se convierten en casi verdaderos “oasis”, que muchos de nuestros hermanos de este Aragón querido se disputen el decalitro de agua con cinco pesetas en la mano; que en muchos hogares se enseñoreen la aflicción y el hambre, y que en consecuencia el abandono solar patrio, el éxodo, la emigración, se impongan para muchos.

Necesidad e importancia de esta Fiesta

Y pues que importa la mayor protección y fomento del arbolado y esta Fiesta clama en contra de su exterminio, dando fuertes aldabonazos en las puertas de las inteligencias y corazones de la niñez, adolescencia y virilidad para que en aquéllas y éstas penetren y vivan la santa idea de sus beneficios y el puro e intenso amor hacia el mismo, ya veréis cuán importante, cuán progresiva y necesaria es esta Fiesta, a la cual, según se ha dicho, ya rindieron culto algunos de nuestros heroicos abuelos de la guerra de la Independencia. Por esto, cuantos habéis contribuido a su celebración, cuantos habéis tomado parte en la misma, os habéis asociado a la redentora obra del progreso, permitiendo que hoy, como ayer, y que ayer como hoy, este Binéfar enarbole gallarda y majestuosamente la honrosa bandera de la civilización.

Más ya sé que es triste y doloroso posar la mirada sobre las plantaciones que en el pasado hicimos y ver que todos o los más de los árboles hayan muerto; aunque tal hecho no debe desmayarnos, antes bien hacernos más y más perseverantes, y como esto reza más que a nadie con vosotros, queridos niños, me obliga a afirmar en contra de lo que alguien quiso insinuar desde las columnas de la Prensa, no ha sido culpa vuestra y sí de la aridez e ingratitud de la tierra que los sustentaba. Vosotros, mis amados discípulos, os constituisteis en “Junta defensora” de los mismos; realizasteis su esmerado cultivo, precedido y seguido de sentidos himnos que entonabais y los regasteis con el sudor de vuestros rostros. Conste, pues, que sólo a ellos abandonasteis cuando no guardaban ya ni un soplo de vida, esto es, cuando os dejaron con su muerte.

Educación

Pero en la Primera Fiesta del Árbol aquí celebrada os pedí, os supliqué fuera también ella el comienzo de una era de protección a la infancia, y hoy me creo en el deber de hacer otro tanto.

La repoblación forestal, que es la quinta esencia del problema agrario y por ende de “la despensa” tiene que desarrollarse con marcado paralelismo en estrecha unión y completarse a su vez con la magna obra de la educación y de la enseñanza, fraguadas ambas principalmente en la escuela. Es más: si a ésta se abandona dejando de prodigarse las mayores atenciones, todas las manifestaciones de la vida en el termómetro y comercio del valor social señalan y cotizan cero.

Reclamar libertades, pedir leyes beneficiosas y progresivas, y aun cuando se os conceda todo, sí, todo será en vano o cuando más pingüe negocio de mandatarios e inconcienzudos administradores si antes no han sido educados vuestros hijos en un verdadero templo del saber, esto es, en una escuela europea. Y tal es así porque sólo a base de una racional e intensa educación se da libertad, noble carácter, personalidad conciente, ciencia, oro, salud, independencia a los hijos de una nación y a la nación misma. Pero para que la escuela pueda dar tan opimos e incontables frutos actuando real y verdaderamente de laboratorio de la niñez, importa, como antes insinuara, sea europea, que es como pedir reciba abundante sol, aire, ventilación y esté dotada de amplia capacidad, teniendo así mismo flores, música, poesía y excelente mobiliario. Así y no de otra suerte son las escuelas suecas, noruegas, de Inglaterra, de Alemania, de Austria, de Hungría, de Suiza, de Bélgica… y en una palabra de todas aquellas naciones que tienen a mayor honor y honra vivir la vida de la civilización, con las cuales se han sobrepuesto a las naciones, que cual la nuestra dedican las menores sumas a favor de la cultura popular. A este propósito, para que más y más veáis el contraste de España con otras naciones, voy a citaros lo que algunos gastan por habitante en concepto de enseñanza: Inglaterra, 15,45 pesetas; Suiza, 15,20; Escocia, 14,85; Holanda, 11,50; Suecia, 10,30; Alemania, 10,25; Irlanda, 9,35; Francia, 7,45; Noruega, 7,25; Bélgica, 5,20; Austria, 5; Hungría, 4,55; Malta, 4,45; Italia, 3,80; Bulgaria, 2,70; Grecia 2,45, y España, 1,25; es decir, el último lugar entre todas las naciones mencionadas.

La enseñanza
Pero, binefarenses, fijémonos también en esta vuestra villa y ya que todos conocemos sus escuelas nacionales hagamos por que nuestras imaginaciones nos las presente por un momento, y os pregunto: ¿no forman ellas el mayor contraste con nuestros centros de recreo y con todo el desenvolvimiento agrícola, comercial e industrial? ¿Sí a vosotros, padres de los niños que a ellas asisten se os obligara a trabajar en las mismas durante tres horas diarias no protestaríais de sus condiciones?

Sí, sí, porque ellas son… más no quiero manchar con justos calificativos la grandeza de esta Fiesta, aunque sí afirmo constituyen un borrón, despreciable mácula, el mayor sarcasmo para este Binéfar. ¡Y sin embargo, cuando velando por la salud de vuestros hijos y atentos a mejorar su instrucción acatamos disposiciones vigentes introdujimos “la clase alternada” hubo algunos que nos criticaron inconsiderablemente. ¡Miserables! Digo mal, ¡desgraciados! los que tal hicieron, pues que por su ignorancia, por su miopía cerebral truecan lamentablemente los hechos vitoreando lo insignificante y despreciando inconscientemente lo que merece aplauso, considerando el vicio y las tinieblas donde anida la virtud y alumbre la luz. ¡Desgraciados!

Más alegrémonos que ya nuestro celoso y muy digno Ayuntamiento haciéndose eco de la más imperiosa necesidad ha proyectado plausiblemente la construcción de un nuevo grupo escolar y la creación de otras dos escuelas nacionales; aunque en este sentido, permitirme os diga en honor a la verdad, que debiendo dar pasos gigantescos vamos cual la tortuga. Pero hay más. Para realizar tal, importa que todo este pueblo esté dispuesto al sacrificio, ya que esperarlo todo del Estado es soñar despiertos; confiar en el maná. El grupo escolar proyectado ha de importar, según afirmación del arquitecto provincial, próximamente a 150 mil pesetas. De éstas la mitad podrán conseguirse del Estado como subvención; la otra mitad tendréis que sufragarla vosotros en cuatro o seis anualidades.

¿Qué son muchos miles? Ya os he anticipado la necesidad del sacrificio, aunque por muchos que objetéis no será tan grande que se haga imposible. La cultura de la niñez, de vuestros hijos, lo reclama. Y pensad que en veinticinco horas levantáis hermosos casinos para recrearos, que gastáis miles y miles de pesetas en músicas, fuegos de artificio y otras cosas de importancia muy relativa; bien, pues, que por una vez sacrifiquéis parte vuestros intereses para construir escuelas de nueva planta. Si de tal suerte no obráis condenaréis a esta riente juventud a vivir en las eternas tenebrosidades de la ignorancia, porque para Binéfar se presenta este triste, pero verdadero dilema:

O más maestros y nuevas escuelas, o renunciar al progreso en el siglo XX.
¿Pero nos será permitido volver las espaldas al progreso? Balmes nos da la contestación diciendo: “Los pueblos que se opongan a la gran corriente de la civilización morirán aplastados por ella.”

Exhortación
Por eso termino encareciéndoos por un aparte, a que améis, protejáis y fomentéis el árbol, dirigiendo siempre vuestra mirada a sus inenarrables beneficios y pensando con nuestro inmortal paisano don Joaquín Costa, que el hachazo dado al mismo es hachazo que cae brutalmente en la garganta de vuestros hijos, en la de todos los hijos de la patria. Y en otro sentido asimismo os suplico hagáis por la construcción del nuevo grupo escolar proyectado, que será el sello inmaculado de nuestro progreso, de nuestra colonización interna, de nuestra salvación, y nos permitirá a su vez que cuando alguien pregunte por nuestras escuelas nos sea dado contestar cual los suizos: ¡Nuestra escuela, nuestros templo del saber es el mejor, el más suntuoso de los edificios binefarenses! – He dicho.”
Nuestra cordial enhorabuena a todo Binéfar por la celebración de la segunda Fiesta del Árbol y muy particularmente a su Junta organizadora, donantes de los árboles, doña Encarnación Amerle, don Agustín Sin y don Gregorio Mayor, maestros de las escuelas nacionales y Colegio Literano de esta villa. – Don Modesto.
Noticia en imagen:
Día del arból en Binefar





 
Esta entrada está realizada integramente por la binefarense: Yolanda Abad

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