Benito Coll y Altabás (Binéfar, 1858-1930): abogado, filólogo, defensor del Canal de Aragón y Cataluña, y benefactor de la Sierra de San Quílez. Su legado sigue vivo en archivos, libros y en la memoria de Binéfar.
No fue un personaje de museo: fue un binefarense activo, con toga de abogado, verbo público y un empeño casi obsesivo por documentar y defender lo que ya entonces se llamaba la “realidad trilingüe” del Alto Aragón. Recogió voces, refranes y mapas lingüísticos mientras peleaba por el agua que transformara la comarca.
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Benito Coll y Altabás (Binéfar, 1858-1930) |
Biografía y formación
Hijo de Benito Coll Corzán y Concepción Altabás, nació en Binéfar en 1858. Estudió Derecho en la Universidad de Zaragoza, licenciándose en 1879. Fue abogado en Barbastro y Binéfar, y varias veces alcalde de su villa, además de juez municipal en el bienio 1897-1899. Según Ernesto Romeu Bailac, encarnó una mezcla de liberalismo moderado y humanismo militante, siendo recordado tanto por su compromiso social como por su pasión cultural.
Casa natal de D. Benito en la plaza Ruata, hoy plaza de La Litera |
Benito Coll como alcalde en 1891 |
Producción escrita y lexicográfica
Coll dejó una huella clara en la lexicografía aragonesa. Entre sus trabajos figura la ya clásica Colección de voces usadas en la Litera —incorporada en El Diccionario aragonés: colección de voces para su formación— y varias colecciones de voces y refranes del dialecto alto-aragonés que fueron difundidas por el Estudio de Filología de Aragón y en boletines provinciales. Estas colecciones, hoy recuperadas en ediciones modernas, son fuentes primarias imprescindibles para quien estudie la lengua y la cultura popular de la zona.
Además de recopilar voces y refranes planteó una auténtica visión lingüística. Entre sus obras destacan:
- Colección de voces usadas en la Litera (1901)
- Colección de refranes, modismos y frases usados en el Alto Aragón (1902)
- Colección de voces del dialecto alto-aragonés (1902)
- Colección de voces alto-aragonesas (1903)
Revista de Aragón (1903). Noticia con el premio de los Juegos Florales de Zaragoza por la Colección de voces alto-aragonesas a Benito Coll. Al final de la entrada reproducimos el texto. |
Publicó también el primer mapa filológico del Alto Aragón (1902) y mantuvo correspondencia con Ramón Menéndez Pidal, aportando datos sobre el habla aragonesa.
Portada del Diccionario Aragonés: Colección de voces para su formación |
Historia de Binéfar y pensamiento regeneracionista
En su Historia de Binéfar, Coll defendió la reconstrucción de la iglesia parroquial, analizó la calidad de la tierra y anticipó el impacto del Canal de Aragón y Cataluña en la economía local:
“Si a las vías de comunicación, incluido el ferrocarril, se uniese el canal, podríamos augurar a la villa un rápido crecimiento…”
Os dejamos el documento con sus anotaciones sobre Bniéfar extraído del Archivo Municipal de Binéfar: Documento de Benito Coll sobre la historia de Binéfar
El Canal de Aragón y Cataluña
Coll fue también impulsor y activista en favor del Canal de Aragón y Cataluña. No era un tecnócrata distante: en mítines locales defendió públicamente la construcción del canal y entendía el riego como palanca de vida económica y social para la Litera. Sus cartas, artículos y defensa pública del proyecto muestran a un hombre comprometido con el desarrollo agrícola y con la modernización de su comarca. Hoy, el canal sigue siendo clave para la economía local y parte del legado colectivo que Coll impulsó.
El 9 de agosto de 1896 se celebró en la Plaza de la Litera de Binéfar un mitin con más de diez mil personas. Allí, Coll pronunció un discurso decisivo, afirmando que el canal era:
“la única ley suprema del bienestar de la zona regable, medio para librarnos del hambre y de la muerte”.
Ese movimiento local, influenciado por el regeneracionismo de Joaquín Costa, fue crucial para la aprobación estatal de las obras. Finalmente, el canal se inauguró el 2 de agosto de 1906, con presencia del rey Alfonso XIII.
Video conmemorativo del 125 aniversario del Mitin de Binéfar, precursor del Canal de Aragón y Cataluña. Documental editado por el Ayuntamiento de Binéfar.
La Sierra de San Quílez: compra, cesión y reforestación
La sierra de San Quílez está vinculada a la figura de Coll no sólo por estudios etnográficos o lingüísticos, sino también por acciones concretas de gestión del territorio. En su etapa municipal —fue alcalde de Binéfar en distintos momentos— promovió iniciativas forestales y la compra de terrenos para uso público; la adquisición de masas forestales en la zona aparece documentada en estudios técnicos que citan su intervención.
En 1891, Coll compró en subasta 65 hectáreas de la Sierra de San Quílez por unas 1.000 pesetas. Lo hizo a título personal, pero las cedió en usufructo al Ayuntamiento para evitar futuras incautaciones estatales. En carta de 1892 explicaba su estrategia: asegurar que “jamás el Estado ni nadie pudiera incautarse de nuevo de La Sierra”.
Además, promovió una repoblación forestal con escolares del Colegio Joaquín Costa: se plantaron cerca de 47.000 pinos. Décadas más tarde, asociaciones locales continuaron esa labor.
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Refugio Benito Coll en la Sierra de San Quílez. |
Hoy existe, además, un refugio y normativa en su nombre que recuerdan su papel en la gestión del monte y la prevención de incendios. Ese enfoque municipalista —pensar el patrimonio natural como bien común— es parte central de su legado.
Humanismo y ética profesional
Romeu recuerda que Coll “nunca rechazaba un caso, aunque el vecino no pudiera pagarle”. Fue abogado de oficio de quienes no tenían recursos, y un observador crítico de la moralidad pública de su tiempo. Su pensamiento reflejaba confianza en que la educación y el orden permitirían mantener la honradez natural de la gente de Binéfar.
Presentación del libro de Alberto Gracia y donación documental (2018)
El 21 de septiembre de 2018 se presentó en Huesca el libro Benito Coll y Altabás, de Alberto Gracia Trell (Aladrada Ediciones). En el acto participaron el autor, el editor Carlos Serrano y José Ignacio López Susín, Director General de Política Lingüística.
Ese mismo año, en el Pórtico Cultural de Binéfar, la familia Coll donó al Archivo Municipal varias cartas inéditas entre Benito Coll y Ramón Menéndez Pidal, además del acta original de la compra de la Sierra de San Quílez. Estuvieron presentes su nieta, M. Pilar Fuster Coll, y su biznieta Mary Alma, junto con autoridades locales y culturales.
Coll no trabajó en la cueva: mantuvo correspondencia con figuras de primera línea como Ramón Menéndez Pidal, quien consultó datos del Alto Aragón a través suyo. Esa red de intercambio científico y cultural elevó el trabajo local a estatus nacional y reforzó la idea de que el aragonés merecía estudio sistemático y una institución propia: una Academia. Para entender la huella de esa relación y sus cartas consultadas, hay fondos documentales que lo atestiguan.
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Donación de cartas inéditas entre Coll y Menéndez Pidal al Archivo Municipal de Binéfar (2018). |
Legado y memoria
Hoy, el legado de Coll sigue vivo en:
- El Archivo Municipal de Binéfar, que custodia sus cartas y documentos históricos.
- El Refugio Benito Coll y el sendero de San Quílez, símbolos de su visión comunitaria.
- Estudios como el de Romeu Bailac y la biografía de Alberto Gracia Trell, que han devuelto su figura a la actualidad cultural aragonesa.
Reivindicación y recuerdo
La Sociedat de Lingüistica Aragonesa, junto al Cellit, reivindica año tras año la figura de Benito Coll y Altabás, un hombre fundamental en la dignificación de las lenguas de Aragón, y lo hace con un homenaje que, este año, ha incluido una conferencia a cargodel autor de uno de los trabajos sobre Benito Coll y Altabás, Don Ernesto Romeu.
Conferencia de Ernesto Romeu sobre Benito Coll el 27/09/2025 |
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Ofrenda floral en memoria de Benito Coll 27/09/2025 |
¿Por qué importa Coll hoy? (y por qué merece un lugar en nuestro relato local)
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Cultura viva: sus colecciones lexicográficas preservan léxicos rurales y expresiones que hoy podrían haber desaparecido. Son testimonios directos de una comunidad lingüística.
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Desarrollo sostenible a la antigua usanza: su defensa del canal y su política local muestran una visión integrada —economía agraria, infraestructuras hídricas y gestión forestal— que sigue siendo relevante con el cambio climático y la presión sobre recursos hídricos.
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Modelo de activismo cultural-local: Coll mezcló profesión (abogado), política municipal y filología; esa combinación práctica-científica es un modelo útil hoy para iniciativas de base que buscan encajar patrimonio y desarrollo.
Noticia con el premio de los Juegos Florales de Zaragoza por la Colección de voces alto-aragonesas a Benito Coll.
Revista de Aragón (1903).
Los Juegos Florales de Zaragoza proponiéndose con loable celo activar la recolección del diccionario aragonés, dieron como uno de sus temas: «Colección de papeletas de voces en uso en Aragón que no estén comprendidas en el Diccionario de Borao ni admitidas como provincialismos en el de la Real Academia Española.» El resultado fue bueno, pues merecieron premio y mención dos útiles colecciones de voces: una, de La Litera, y otra, del Bajo Aragón.
El autor del trabajo premiado es don Benito Coll y Altabás, a quien todos los amantes del Aragón popular conocen como uno de los que más cariñosa y asiduamente estudia el habla local, no solo en La Litera, donde mora, sino en las demás regiones, especialmente del Medio Aragón. El trabajo del Sr. Coll mereció bien justamente el premio, pues, comparado con el de voces del Bajo Aragón, ofrece dos cualidades superiores muy notorias: una, ser mucho más copioso; otra, ceñirse a una región más limitada, como es La Litera.
La Colección de voces usadas en La Litera es una abundante y nutrida adición al Diccionario de Borao, riquísima en algunos particulares, por ejemplo en la serie de compuestos de verbo y sustantivo: acabacasas, adobameligos, afrentacavadores, etc.
Está hecha con el mismo espíritu que la clásica obra del escritor aragonés, pues así lo exigía el tema de los Juegos Florales. Sin duda que es un criterio fácil y práctico: debe anotarse toda palabra usada en Aragón que no esté en Borao ni en el Diccionario de la Academia. Pero debemos guardarnos de calificar de aragonesismos las palabras así escogidas.
Por ejemplo, el verbo conortarse aparece en La Litera y acomortarse en Rubielos de Mora y Titaguas con el sentido de “consolarse”. Pero aunque no está ni en Borao ni en el Diccionario académico, fue corriente en Castilla, y Covarrubias lo pone en su Tesoro de la lengua, y de seguro se seguirá usando en provincias castellanas, debiendo de pasar al Diccionario académico sin nota de provincialismo.
La lástima es que por anotar estas palabras, sin duda muy interesantes, se olviden, siguiendo la norma de Borao, otras que no lo son menos: las que son iguales a las castellanas, salvo alguna diferencia de pronunciación. El Sr. Coll apunta algunas como niervos (por nervios), molinento (por monumento), güero (por huevo); pero en general las incluyó sin darles el equivalente castellano: pitral (por petral), trasmontana (por tramontana), lujngo (por tasugo), rustir (por rostir). Sin duda que en La Litera estas palabras no son muchas, por estar su lenguaje muy uniformado con el general; pero seguramente son más que las que figuran en el vocabulario, y el Sr. Coll las conoce perfectamente pero las excluye por seguir a Borao.
Revista de Aragón (1903). Noticia con el premio de los Juegos Florales de Zaragoza por la Colección de voces alto-aragonesas a Benito Coll. Al final de la entrada reproducimos el texto. |
Los autores del segundo trabajo, que mereció mención honorífica de los Juegos Florales, D. Luis López Buyoles y D. José Valenzuela, censuran explícitamente a los que incluyen en sus estudios «voces que ninguna particularidad ofrecen, siendo simples desviaciones del castellano que la incultura de las gentes sanciona», y en contradicción ponen en su vocabulario morenillo (por molinillo), espulido (por desaparecido), escuitar (por escudillar), etc. Lo mismo hacía Borao; solo por descuido incluía esta clase de palabras, salvo cuando parece desconocer el equivalente castellano, por ser en apariencia muy desemejante. Así se molesta en describir el hiello y lo hubiera bastado poner el equivalente yollo, ya que aquél es el derivado aragonés y éste el castellano, del latín lolium. A haber reconocido esto, seguramente Borao hubiera rechazado de su Diccionario lucilo, como rechaza en la pág. 84 liueito por ocho y güeif por hoy, creyéndolas bárbaras, cuando todavía se mantienen al abrigo de las montañas del Alto Aragón las descendientes de ésas: gueit (ocho), niet (noche), etc. Y estas palabras de doble forma aragonesa y castellana son, naturalmente, las que más nos pueden dar a conocer el carácter distintivo del aragonés.
Para calificar una voz de aragonesa no tenían otro criterio los que primero se ocuparon en la materia que el haberlas oído en Aragón desde la niñez. Borao sorprendía un evidente aire aragonés en regostado, morro, glera, escudilla, atosigar. Difícil le sería decir por qué. Y si trataban de buscar un apoyo más firme, calificaban de aragonesas las que no estaban incluidas en el Diccionario de la Academia; lo que tampoco basta, pues sabido es que ese Diccionario no contiene todas las palabras castellanas, ni mucho menos. Hubo ediciones en que faltaban palabras como tordo o pajel, y esto hace creer a Borao (p. 97) que de Aragón pasaron a Castilla.
El que una voz sea más usual o solo usual en Aragón, que es el único criterio de Borao, tiene su importancia para la lexicografía: sirve para completar el léxico peninsular y satisface por completo a los que estudian el aragonés como complemento de la lengua nacional, a los que se complacen sobre todo en ver a los clásicos aragoneses servir de maestros de idioma a los mismos castellanos. Por eso Borao procuró ante todo presentar un catálogo de voces que por su forma no chocasen como vulgares y pudiesen ser incorporadas en el Diccionario de la Academia.
Pero las palabras de aspecto más vulgar y humilde pueden ser más interesantes para la ciencia y más fecundas en resultados. No serán propias para halagar orgullos regionales ni para acrecentar riquezas de una unidad lingüística española que en realidad es cosa moderna; mas, en cambio, pueden ofrecer preciosos y venerables restos de una diferencia dialectal muy marcada en la Edad Media y que hoy está muy borrosa.
La ciencia está al presente en estado de sacar mucho más provecho de saber, por ejemplo, en qué regiones abundan palabras con cl-/ll- o fl- inicial, como clamar por llamar, pleno por lleno, flama por llama, que no de averiguar media docena más de voces desconocidas y de etimología indescifrable, o de poner en claro si escudillar significa propiamente “echar el caldo en las sopas” como decía Borao, o “vaciar el caldo” como decía la Academia.
Las palabras más interesantes de las colecciones de don Benito Coll y de los señores López Buyoles y Valenzuela son, a mi ver, las que revelan esas diferencias de pronunciación. Por ejemplo: ch o ll en vez de j: chesón (aljezón), vechiga (vejiga), mostadiera (mostajo), coscollo (coscoja), gallo (gajo), etc., aunque no sirvan para el Diccionario académico. Porque la voz esencialmente aragonesa es la que evolucionó con leyes diferentes de la castellana, mientras que el aragonesismo de Borao —el que consiste en que tal voz o acepción sea (o al colector le parezca que es) más usual en Aragón— constituye un pormenor de más y menos que no atañe a la esencia del vocablo.
Conviene insistir en esto porque el criterio de Borao, muy disculpable en 1859, sigue aún practicado por muchos. Borao incluyó en su Diccionario la voz afrecho, aunque sin insistir en su aragonesismo. Y ahora el Sr. Llatsé y Morapón, segunda mención honorífica en los Juegos Florales, no solo sigue creyéndola aragonesa, sino que recalca la distinción tratando de probar que es más propia y armónica que la castellana salvado.
Pues bien, afrecho, que siempre se usó en toda la extensión del dominio lingüístico español y que por eso en el Diccionario de la Academia figura sin nota de provincialismo, es, por su fonética, esencialmente castellana. Ofrece la ct de ad-fractum convertida en ch, como siempre sucede en Castilla desde el siglo XI acá (hecho, trecho, barbecho), y no en it como sucedía en el castizo aragonés (feito, treito, barbeito), refugiado hoy en el Alto Aragón, donde aún se sigue diciendo peito, dito, etc., mientras en el resto del país se introdujo la ch cuando la unificación de la lengua nacional.
Es preciso abandonar el criterio impresionista para juzgar de aragonesismos. Lo mejor será por ahora no juzgarlos, contentándose con inventariar las voces y las formas usadas en Aragón, para que sean aquilatadas cuando llegue el tiempo.
Es de esperar que los Juegos Florales, por quienes velan personas de la ilustración y el celo del señor Moneva y Puyol, acatando como todos acatan el alto valor de la obra de Borao, patriarca de estos estudios, no olvidarán que fue escrita hace medio siglo; no se propondrán solo continuarla, sino que encauzarán más los trabajos hacia el estudio del vocabulario de regiones aragonesas tomadas muy en particular, lo más reducidas posible, y encargando se registren con preferente esmero las desviaciones de pronunciación respecto del castellano.
Aun en estas palabras de doble forma castellana y aragonesa conviene hacer una distinción radical. Las menos interesantes son las voces cultas, propias del habla de las ciudades y trasplantadas al campo: palabras que ora pertenecen al mundo de las ideas abstractas acabadas en -ión, -iencia u otra terminación por el estilo (conciencia, paciencia, experiencia), ora propias del lenguaje oficial y eclesiástico (catedrático, catedral, administrador), ora ofrecen grupos de dos consonantes tomadas de la lengua latina y extrañas enteramente a la boca del pueblo (carácter, aceptable, digno, inspector, objeto).
Las deformaciones de estas palabras tienen poquísimo valor y poquísima variedad. Contra lo que cree el citado Sr. Llatsé Mompón, no es propio de Aragón convertir d en t: el vulgo de todas partes dice pauto, carácter, reunión desde Asturias a Buenos Aires, lo mismo que concencia, pacencia, catredal, meniatro, diño, ispetor, otijeto, circunspezfo o cosas parecidas. No está de más hacer alguna observación sobre estas palabras, pero más bien poniéndolas reunidas que no dispersas en un Diccionario.
Su valor es poco; el pueblo las recibe de las clases superiores, pero no se las asimila; no son su patrimonio.
A las que debe consagrar todo su esmero el colector de voces es a las más vulgares, a las que forman el fondo patrimonial del pueblo: no recibidas de afuera por los libros, los periódicos o la conversación de los señoritos, sino heredadas de abolengo, transmitidas entre el mismo pueblo de padres a hijos sin interrupción, desde la época latina hasta hoy.
Estas son las que sufren los cambios más íntimos y más propios de la entraña del pueblo que las ha conservado, y por lo tanto las más instructivas y curiosas. A esta clase pertenecerán los nombres de plantas, los topográficos, los de aperos de labranza, los del carro, los del molino, los del traje, los de las ocupaciones habituales y los afectos e ideas comunes.
Claro es que aun en estos el lenguaje literario influye mucho, sobre todo en el Medio y Bajo Aragón; pero se hallan todavía muchas diferencias y, en particular, el estudio podrá ser más fecundo internándose en los pueblos más aislados y apartados de las grandes vías de comunicación. Los conocedores del Alto Aragón son los llamados a cosechar tierra más abundante.
Felicitémonos de la práctica iniciativa que han tomado los Juegos Florales y esperemos que sus publicaciones nos ofrezcan pronto otros vocabularios especiales de varias regiones, como el de La Litera del Sr. Coll, que sirvan de base sólida al conocimiento del aragonés.
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Fuentes destacadas
- Romeu Bailac, E. “Aproximación a la figura de D. Benito Coll y Altabás” (CELIT, 2010).
- Gracia Trell, A. Benito Coll y Altabás. Aladrada Ediciones, 2018. (Centro del Libro de Aragón).
- Archivo Municipal de Binéfar: Donación de cartas inéditas.
- Ayuntamiento de Binéfar: Sendero Sierra de San Quílez y Normas del Refugio Benito Coll.
- Entradas previas en este mismo blog sobre la Plaza de la Litera y los actos vinculados al canal.
- Archivo Municipal de Binéfar: Documento de Benito Coll sobre la historia de Binéfar
Un gran trabajo poniendo en valor la figura de Don Benito Coll, acompañado de una extraordinaria documentación. Creo que trabajos tan serios como el suyo son necesarios para dignificar la figura de nuestro bienes forense más ilustre.
ResponderEliminarEnhorabuena.