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domingo, 7 de diciembre de 2025

El puesto de primeros auxilios Binéfar 1983

Hay noticias antiguas que, al releerlas décadas después, suenan a pequeñas epopeyas locales. Historias modestas, pero llenas de la ambición, la necesidad y la ilusión de un pueblo que todavía se estaba haciendo a sí mismo. Esta que apareció en La Voz de Binéfar en noviembre de 1983 es exactamente una de esas. Un recordatorio de cómo, incluso sin grandes presupuestos, una comunidad puede empeñarse en mejorar la vida de todos.

La pieza contaba que la Asamblea Local de Cruz Roja tenía entre ceja y ceja un objetivo claro: levantar un puesto permanente de primeros auxilios en Binéfar. No un proyecto faraónico, sino un servicio básico, útil, inmediato. Algo que hoy damos por hecho, pero que entonces se veía como un salto adelante en la atención sanitaria y en la capacidad de respuesta ante accidentes.

Cruz Roja Binéfar

 

Su presidente explicaba que el coste ascendía a cuatro millones de pesetas (que hoy nos haría fruncir el ceño, pero que en 1983 era simplemente “un dineral de los de antes”). Aun así, insistía en que el propósito merecía la pena: accidentes en carretera, incidentes en el campo, emergencias cotidianas… el tipo de situaciones imprevisibles ante las que una población activa y creciente como Binéfar necesitaba estar preparada.

La filosofía parecía clara: “cada asamblea asume el coste total”. Es decir: nada de esperar a que viniera “Madrid” a solucionarlo todo. Autogestión, compromiso vecinal y mucha, muchísima voluntad de remar.

El artículo relata también la llamada directa a empresas locales, comercios y vecinos para colaborar económicamente. “Todo lo que puedan prestar para llevar a término la obra lo más pronto posible”, decía. Y, con el tono típico de la época, reconocían que la economía no estaba para echar cohetes… pero que era precisamente por eso por lo que convenía hacer las cosas cuanto antes: si no se actuaba en frío, luego venían los sustos en caliente.

Había además un elemento curioso, casi entrañable, que acompaña a la noticia: la posibilidad de realizar el Servicio Militar en Binéfar. Sí, aquí mismo. La Provincial había confirmado que ese año llegarían diez soldados para formar plantilla en el municipio. Algo que, visto desde hoy, suena a ciencia ficción; pero que entonces fue un alivio para muchas familias. Sobre todo para los jóvenes que, como recordábamos también en nuestra entrada sobre insumisión, esperaban cualquier oportunidad para no tener que pasar meses lejos de casa.

Para ser “soldado voluntario de Cruz Roja”, explicaba el periódico, se exigía estar inscrito como voluntario en la Asamblea Local y poseer el título de socorrista. Nada descabellado, pero sí un filtro razonable en una época donde el voluntariado suponía una responsabilidad real y una disponibilidad total ante emergencias.

El puesto de primeros auxilios que Binéfar 1983

 

La noticia cerraba con una fotografía: un grupo de voluntarios, jóvenes en su mayoría, reunidos en una jornada de convivencia. Ropa sencilla, posturas naturales, miradas directas. Esa estética inconfundible de los primeros años 80 en los pueblos: ni posado profesional ni selfie espontáneo; simplemente una comunidad en construcción.

Leyendo la noticia desde 2025, llama la atención cómo la Cruz Roja local era uno de los motores sociales del municipio. Igual que hoy nos organizamos en redes, grupos de WhatsApp o asociaciones, en 1983 la Cruz Roja era el engranaje que unía a jóvenes, familias, instituciones y empresas alrededor de un propósito común.

No sabemos cuántos de los que aparecen en la foto siguen viviendo aquí, pero sí sabemos que su empeño ayudó a sembrar una idea que acabaría siendo esencial: que Binéfar pudiera responder ante una emergencia sin depender de nadie más.

Aquella noticia del 83 es, en el fondo, una cápsula del tiempo. Un retrato de cómo éramos y de cómo queríamos ser. Y también un recordatorio de que muchos de los servicios que hoy consideramos “normales” nacieron así: con cuatro millones de pesetas, un grupo de voluntarios muy motivados y un pueblo dispuesto a arrimar el hombro.

 

Fuente: Voz de Binéfar noviembre 1983 

domingo, 30 de noviembre de 2025

La recogida de basuras en Binéfar en 1983

En febrero de 1983, La Voz de Binéfar dedicó una de sus páginas a explicar con detalle cómo funcionaba el servicio municipal de recogida de basuras y la ordenanza fiscal que lo regulaba. A simple vista podría parecer una de esas noticias administrativas que pasan sin pena ni gloria, pero hoy, leída con cierta perspectiva, retrata con bastante fidelidad cómo era la vida cotidiana y la organización pública del municipio hace más de cuatro décadas.

La imagen que acompañaba el artículo mostraba un camión de la marca Ebro, uno de los vehículos que el Ayuntamiento utilizaba para la recogida diaria. Un trabajador, junto al vehículo, aparecía en plena faena. No había automatismos, ni elevadores hidráulicos sofisticados: era un servicio manual, directo y constante, sostenido por personas que recorrían las calles a diario. Probablemente muchos vecinos reconocerían aquella escena como parte del paisaje habitual de la época.

La recogida de basuras en Binéfar en 1983

 

La ordenanza que se reproducía en la noticia —la número 38— establecía la tasa por el servicio de recogida domiciliaria de basuras, un tributo que tenía carácter obligatorio debido a la importancia higiénico-sanitaria del servicio. El texto remarcaba que nadie quedaba exento por su condición económica o social, salvo casos muy específicos previstos por la ley.

 

Vídeo generado con IA

 ¿Quién debía pagar?

La normativa de 1983 resultaba bastante clara:

  • Estaban obligados los propietarios de viviendas, incluso aunque estuvieran vacías.

  • También los locales comerciales, industriales y similares, usaran o no usaran el servicio.

  • En el caso de viviendas alquiladas, el propietario era quien asumía la tasa, aunque pudiera repercutirla al inquilino.

En un Binéfar que seguía creciendo, la ordenanza reflejaba la necesidad de ordenar un servicio que, aunque básico, implicaba gestión, personal y recursos. Además, quedaban especificados los distintos importes según el tipo de inmueble: viviendas de uno o más habitantes, bares, cafeterías, hoteles, locales industriales y fincas rústicas con vivienda. Cada categoría tenía su cuota anual fijada en pesetas.

Administración y padrones

El procedimiento administrativo estaba claramente pautado. Semestralmente se confeccionaba un padrón con todos los contribuyentes afectados. Dicho padrón se exponía al público durante quince días, tiempo durante el cual cualquier vecino podía presentar reclamaciones. Una vez revisadas, el Ayuntamiento aprobaba definitivamente el listado, que servía para emitir los recibos.

También se regulaban las altas y bajas, indicando cuándo debían comunicarse y en qué momento surtían efecto. Si un vecino no cumplía con la obligación de darse de alta, la ordenanza dejaba claro que la obligación económica no desaparecía.

La recogida de basuras en Binéfar en 1983
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Fuentes:

- La Voz de Binéfar, febrero 1983 

domingo, 23 de noviembre de 2025

Betis - CD Binéfar 1990

 Un día histórico en el Villamarín: Betis 4–0 Binéfar (21 de noviembre de 1990)

El 21 de noviembre de 1990 es una fecha que muchos béticos deben recordar con cariño. En el mítico Estadio Benito Villamarín, el Real Betis Balompié jugó ante el humilde C.D. Binéfar en la vuelta de la tercera ronda de la Copa de S.M. el Rey, logrando la victoria por 4–0. Aunque los medios de la época no han dejado abundante rastro en internet moderno, los datos y testimonios han sido preservados en registros históricos y crónicas de aficionados, y este partido merece un lugar especial en la memoria.

Desarrollo del partido y protagonistas

Desde muy temprano, el Betis dejó claro que la eliminatoria no estaba en peligro. En el minuto 5, Valentín, con un impecable cabezazo tras un centro de Rubén Bilbao, inauguró el marcador. Esa jugada temprana marcó el tono del choque: dominio local, ritmo controlado y mucha frescura ofensiva.

En la segunda mitad, el Betis amplió su ventaja. Al minuto 63, en una jugada colectiva, Cuéllar inició la acción y Puma Rodríguez la culminó con un gol de ley. Ya con el marcador muy a favor, el equipo dirigido por José Luis Romero se permitió rotar, pero no bajó la intensidad. En los minutos finales explotó el Villar-marín: Márquez marcó el tercero justo en el 90’, aprovechando su momento antes de tiempo adicional, y en el 91’, un penalti sobre Loreto fue transformado por Antonio Noria, que convirtió el 4-0 definitivo.

Este partido fue especialmente importante para dos jugadores que debutaban esa noche en competición oficial con el primer equipo del Betis: José Luis Loreto y Antonio Noria

Alineaciones y táctica

La alineación del Betis fue la siguiente: Trujillo en portería; en defensa, León, Miguel Ángel I, Miguel Ángel II y Rubén Bilbao; en el centro del campo, Ureña, Julio y Noria; y en ataque, Valentín (relevado por Loreto al descanso), Cuéllar y Puma Rodríguez (sustituido por Márquez hacia el final). La dirección técnica corría a cargo de José Luis Romero, que supo combinar juventud y experiencia para dominar a un rival más modesto.

Por su parte, el Binéfar, entrenado por Víctor Pinilla, presentó a Urigoitia; Julio Pérez, Benedé, Gomáriz, Maldonado; Onde, Cornago (relevado por Azpitarte), Celma, Jara; Emilio y Romasanta (más tarde Canela). Aun con el empuje de su afición —si lo tenían a ese nivel—, no lograron frenar el empuje ofensivo bético.

Contexto e importancia

Además, el duelo dejó un símbolo de renovación en el Betis: Loreto y Noria, dos jóvenes talentos, no solo debutaron, sino que jugaron con impacto (Loreto fue objeto del penalti y Noria lo materializó). También es relevante la aparición de Márquez, que marcó su gol en uno de sus primeros partidos con el primer equipo, algo que posteriormente reflejado en fuentes históricas del club.

Legado para el Binéfar y para el Betis

Para el Binéfar, el enfrentamiento ante el Betis fue un momento de gloria: disputar un partido copero en uno de los estadios más emblemáticos de España queda para siempre en la memoria. Aunque la eliminación fue contundente, el hecho de llegar a esa instancia ya habla del mérito de aquel equipo.

Para el Betis, este partido se inscribe en una campaña de transición, con jóvenes que asoman la cabeza y veteranos aportando estabilidad. A largo plazo, esos escalones en Copa ayudan a consolidar plantillas, dar experiencia a canteranos y ganarse el corazón de los socios.

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Del blog https://www.manquepierda.com/historiarealbetis/hoy-hace-35-anos-betis-4-binefar-0-en-copa/

El 21 de noviembre de 1990 en el Villamarín el Betis vence 4-0 al Binéfar en el partido de vuelta de la tercera ronda de la Copa.

En el minuto 5 Valentín de cabeza marcó el 1-0 a pase de Rubén Bilbao; en el 63 Loreto hizo el 2-0 tras una jugada de Cuéllar y Puma Rodríguez; en el 90 Márquez hizo el 3-0 y en el 91 un penalti cometido sobre Loreto lo transformó Noria para el 4-0 definitivo.


El Betis, dirigido por José Luis Romero, alineó a Trujillo; León, Miguel Angel I, Miguel Angel II, Rubén Bilbao; Ureña, Julio, Noria; Valentín (46, Loreto), Cuéllar y Puma Rodríguez (74, Márquez).


El Binéfar, entrenado por Víctor Pinilla, formó con Urigoitia; Julio Pérez, Benedé, Gomáriz, Maldonado; Onde, Cornago (68, Azpitarte), Celma, Jara; Emilio y Romasanta (72, Canela).

En este partido debutaron en competición oficial con el Real Betis Balompié José Luis Loreto y Antonio Noria.

 

Real Betis Balonpie  - CD Binéfar 



Fuente: https://www.manquepierda.com/historiarealbetis/hoy-hace-35-anos-betis-4-binefar-0-en-copa

Binéfar en la tele nacional: 35 mujeres apoyan a Pasa la Vida

En marzo de 1994, un hecho pequeño solo en apariencia se convirtió en un gran momento para nuestra ciudad: un grupo de 35 mujeres de Binéfar viajó hasta Madrid para asistir en directo al plató del programa Pasa la vida, presentado por María Teresa Campos. La noticia, recogida en aquella edición de La Voz de Binéfar, refleja no solo el entusiasmo local, sino también la importancia de este programa de televisión en la España de los años noventa.

¿Qué era Pasa la vida?

Pasa la vida fue un innovador magacín de TVE-1 que se emitió entre *1991 y 1996, bajo la dirección y presentación de María Teresa Campos. ([Wikipedia][1]) Su fórmula era multifacética: entrevistas, debates, salud, moda, cocina, concursos, actuaciones musicales, tertulias… todo un contenedor de temas que reflejaba la vida cotidiana con frescura y cercanía. 

En 1993, el programa dio un salto importante: pasó de la sobremesa al horario matinal, consolidándose como referente en la televisión diurna. Para abril de 1994, por ejemplo, en un programa se combinaban secciones como “Noticias del día”, “Guisemos juntos”, concursos y hasta entrevistas con grandes figuras del momento. 

El viaje de las mujeres de Binéfar

Según la nota publicada en la Voz de Binéfar, estas 35 mujeres “decidieron un buen día llamar a la puerta del Ente Público Radio-Televisión Española” para pedir asistir al programa en directo. El equipo de Pasa la vida, encabezado por María Teresa Campos, respondió positivamente y las invitó al plató.

Para ellas fue la oportunidad de ver, en persona, todo el entramado de un programa televisivo: los decorados, las cámaras, el ambiente de producción. Pero también fue una experiencia de empoderamiento: mujeres de Binéfar que, con iniciativa y confianza, se hicieron un hueco detrás de las cámaras para formar parte activa de un espacio de comunicación nacional.

En el reportaje que publicó La Voz de Binéfar, se destacan “curiosas anécdotas” contadas por Campos, quien reiteró lo mucho que le impresionó la presencia del grupo. También se subraya el “buen trato” y la “simpatía” que su equipo mostró hacia estas vecinas. Fue, en resumen, una vivencia humana más que mediática.

Programa PAsa la Vida de TVE. Mujeres de Binéfar en 1994
Programa "Pasa la Vida" de TVE. Mujeres de Binéfar en 1994

Más allá del plató: una jornada cultural

Pero el viaje no quedó solo en lo televisivo. Las invitadas aprovecharon su estancia en Madrid para visitar algunos lugares de interés: cultura, arquitectura, museos… según la crónica local, incluso se acercaron al Centro Reina Sofía, ampliando su experiencia más allá del estudio de TVE.

Ese tipo de salidas demuestran que para ellas no era solo un “tour televisivo”, sino una inmersión en la capital y en su patrimonio cultural. Era, además, un momento de hermandad entre mujeres que compartían una pasión por lo colectivo y lo comunitario.

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¿Por qué es este episodio relevante para Binéfar?

Aunque hoy parezca un gesto modesto, en el contexto de los años noventa cobró una dimensión especial. En aquella época, la televisión pública era un medio clave para conectar pueblos con la cultura de la gran ciudad. Que vecinas de una localidad más pequeña como Binéfar tuvieran la oportunidad de participar como público en un programa de primer nivel era un símbolo de integración mediática y social.

Además, el hecho de que Pasa la Vida fuera presentado por María Teresa Campos —una figura televisiva muy potente— añadía un punto de prestigio. Campos, “reina de las mañanas”, se había convertido en un referente para muchas mujeres, tanto por su profesionalidad como por su capacidad para abordar temas diversos.

Un guiño al pasado desde el presente

Hoy, muchas décadas después, esta pequeña historia sigue siendo un tesoro para Binéfar. Nos recuerda cómo nuestras gentes participaron activamente en la cultura nacional, cómo se relacionaban con los grandes medios y cómo los sueños de conectividad y reconocimiento local se hacían realidad, incluso a través de un magacín televisivo.

Al repasar hemerotecas y otras entradas del blog sobre los años noventa en Binéfar, uno ve que esos tiempos estaban llenos de iniciativas ciudadanas, de orgullo local y de ganas de ver y ser vistos. Este episodio de Pasa la Vida se enmarca en ese fresco más amplio: una Binéfar que se proyectaba hacia fuera, con firmeza y con sueños de protagonismo.

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Mujeres de Binéfar en pasa la vida

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Fuentes:

[1]: https://es.wikipedia.org/wiki/Pasa_la_vida

[2]: https://revistas.ucm.es/index.php/ESMP/article/download/67781/4564456553279/4564456584669

[3]: https://www.rtve.es/play/videos/pasa-la-vida/maria-teresa-campos-1994/16130651/

[4]: https://www.hola.com/actualidad/20230905224346/maria-teresa-campos-vida-profesional/

[5]: La voz de Binéfar, marzo de 1994



domingo, 16 de noviembre de 2025

Diciembre de 1986: cuando la juventud de Binéfar salió a la calle


En la hemeroteca local, aparecen imágenes que hablan claro. La fotografía publicada en La Voz de Binéfar en diciembre de 1986 —la misma que ilustra esta entrada— captura un instante de esos que resumen una época: un grupo numeroso de estudiantes de Bachillerato del Instituto de Binéfar avanzando por las calles, pancarta en mano, reclamando algo tan sencillo como poder estudiar sin trabas.

El mensaje era directo: «No más trabas para estudiar». No había márketing político detrás, ni redes sociales, ni hashtags ingeniosos; solo la voz cruda de una generación que empezaba a comprender que la educación es un terreno donde siempre hay algo que defender.

Manifestación estudiantil en Bibéfar

El contexto nacional: un país en medio de una negociación educativa

1986 fue un año agitado para la enseñanza media en España. El Ministerio de Educación impulsaba reformas que afectaban a plantillas, horarios, recursos y condiciones para el alumnado. Las coordinadoras de institutos y el Sindicato de Estudiantes organizaron una serie de paros y manifestaciones en todo el país. El clima era de efervescencia: la democracia llevaba apenas una década asentándose y la juventud, que había crecido entre la ilusión del cambio social, no estaba dispuesta a ceder terreno en un derecho tan básico como el acceso a una educación digna.

Las movilizaciones no eran algo aislado: a lo largo de noviembre y diciembre se sucedieron manifestaciones en Madrid, Zaragoza, Barcelona, Valencia y un largo etcétera. Las demandas variaban según la región —desde la saturación de aulas hasta la falta de inversión en infraestructuras—, pero todas compartían un hilo común: la percepción de que se estaba poniendo en riesgo la calidad del sistema educativo.

Binéfar también levantó la voz

Lejos de las grandes capitales, la protesta arraigó igualmente en localidades pequeñas. Binéfar, como tantos otros municipios medianos y rurales, tenía su propio pulso educativo. El Instituto —hoy conocido como IES Sierra de San Quílez— ya concentraba a buena parte de la juventud comarcal, y las carencias se notaban: materiales que tardaban en llegar, espacios insuficientes, asignaturas sin profesorado estable, incertidumbre ante los cambios normativos…

Por eso no sorprende que, cuando llegó la convocatoria de huelga general de enseñanzas medias, un buen número de estudiantes binefarenses decidiera sumarse. Y lo hicieron a su manera: con determinación, con energía y con una mezcla de inocencia y firmeza que solo se da en la adolescencia.

La crónica de La Voz de Binéfar cuenta que aquel día recorrieron varias calles céntricas y terminaron frente al Ayuntamiento. En la imagen se ve un grupo compacto, mayoritariamente joven, marchando juntos con la pancarta desplegada. ¿Las conoces?. 

La expresión de quienes aparecen transmite lo que transmiten todas las manifestaciones juveniles: convicción, algo de nervios y ese impulso generacional que empuja a pensar que el futuro se puede moldear.

Un recordatorio para hoy

Mirar esta fotografía casi cuatro décadas después es un pequeño ejercicio de memoria cívica. No hace falta romantizar nada: las protestas no solucionan todos los problemas, pero sí sacan a la luz los que existen. Y en 1986, como ahora, la educación seguía necesitando defenderse.

Aquellos estudiantes de Binéfar no sabían si sus reivindicaciones tendrían efecto inmediato. Pero sí sabían una cosa: quedarse callados nunca es la opción más inteligente.

Porque el futuro no se espera, se exige. Y en diciembre de 1986, en este rincón del Alto Aragón, unos cuantos adolescentes lo dejaron muy claro.


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Fuerte: La voz de Binéfar


domingo, 9 de noviembre de 2025

Las Jornadas Culturales que fuimos, las que somos y las que podríamos ser

En mayo de 1976, en La Voz de Binéfar, Paco Paricio escribió un texto que, leído hoy, sigue sonando fresco, punzante y bastante certero. Hablaba de las Primeras Jornadas Culturales organizadas por el Ayuntamiento y llamaba la atención sobre algo muy sencillo: si la cultura se queda solo en los mismos de siempre, si no se abre, si no se discute, si no se pregunta… entonces se convierte en un mueble viejo, algo que está, pero no se usa. 

Paco, con esa capacidad suya de mezclar humor socarrón con ojo crítico, se preguntaba por qué todo estaba pensado “solo para jóvenes estudiantes” y por qué no había mesas redondas con el párroco, el alcalde o el responsable de urbanismo. En el fondo, lo que estaba pidiendo era participación real, transversal, sin miedo a mezclar públicos. Cultura de plaza, no de sala cerrada.

Han pasado casi cincuenta años desde aquel artículo, y es interesante ver cómo Binéfar ha seguido inventando, probando, acertando y equivocándose en torno a la cultura. Desde los años en que las Semanas de la Juventud eran el laboratorio principal —con conciertos, concursos, teatro aficionado, charlas y mucho aire fresco— hasta la llegada de la Semana de la Cultura o de la de Aragón, que buscaba abrir el abanico a todas las edades, cada época ha ido dejando su huella, el Pórtico cultural o celebraciones como San Jorge o San Quílez de caracter más festivo . Algunas propuestas, como sabemos, tuvieron más participación que otras. Y también hubo momentos en que la cultura parecía más una formalidad que una necesidad, como si programar actividades equivaliera automáticamente a generar vida cultural. Ya sabemos que no funciona así.

Y entonces llegó Imaginaria, que, sin querer copiar nada ni competir con nadie, hizo algo muy cercano a lo que sugería Paco en 1976: sacar la cultura a la calle, darle diversidad, mezclar generaciones y, sobre todo, no tomar al público por tonto. Imaginaria entendió que en Binéfar hay hambre de experiencias compartidas, de cosas que sorprendan, emocionen y hagan pensar sin solemnidad. Y lo demostró con una simple idea: si lo que pasa es bueno y nos toca, la gente viene. No hace falta obligar a nadie.

Volviendo al artículo de Paco, hay una frase que hoy sigue teniendo puntería: “No quiero atacar a la Comisión de Cultura, porque la conozco y sé lo que trabajan. Pero algo no funciona.” Esa lucidez es útil también ahora. No se trata de señalar culpables, sino de preguntarnos juntos qué queremos que sea la cultura en Binéfar hoy. ¿Un calendario de actos para rellenar? ¿Un espacio donde nos miramos unos a otros desde la distancia? ¿O un territorio común donde se discute, se aprende, se juega, se discrepa y se comparte?

Quizá el reto no ha cambiado tanto. Puede que sigamos necesitando esas mesas redondas imposibles que pedía Paco: el presidente del club de fútbol, el párroco, los DJs, las madres y padres, los chavales del instituto, los urbanistas, los enfermeros, los músicos de siempre y los que empiezan.

La cultura, para que valga la pena, tiene que ser conversación viva, conflicto amable, encuentro. No un escaparate.

Y si algo se ha demostrado en estas décadas es que cuando Binéfar quiere, puede. Solo hace falta que lo que se proponga tenga sentido para la gente. Paco se atrevió a imaginar una cultura más popular, más participativa, más valiente.

Casi medio siglo después, aún estamos a tiempo.

 

Jornadas Culturales Binéfar

Fuente: LA voz de Binéfar, mayo 1976 

domingo, 2 de noviembre de 2025

La Estación de tren de Binéfar en Mayo de 1977

Desde la perspectiva histórica y geográfica de Binéfar y su comarca, el tren vertebra familias, educación, industria, visitas médicas y lúdicas y un largo etcétera de motivos que a todos se nos vienen a la cabeza. 

En mayo de 1977 ya aparecen señales del deterioro de la estación y sus alrededores: “la estación de ferrocarril ofrece un aspecto lamentable, sus jardines. si así pueden llamarse, parecen la la selva tropical y no me extrañaría, que algún día apareciera Tarzán esperando el ferrobus” (La Voz de Binéfar, mayo 1977, epoca V nº 13). Es un diagnóstico de hace casi 50 años.

La Voz de Binéfar, mayo 1977, epoca V nº 13 

Un poco de historia

La estación de Binéfar se inauguró el 18 de septiembre de 1861, en plena expansión del ferrocarril en Aragón. En sus décadas de esplendor sirvió tanto al transporte de personas como al de mercancías: agrícolas (vino, cereal), industriales (la zona del Cinca Medio) y viajeros de paso. Era un nodo importante en la línea Zaragoza-Lérida.

Sin embargo, como apuntaba ya el boletín de 1977: las instalaciones decaían, los jardines “selva tropical”, los servicios de limpieza y espera inexistentes, lavabos sin uso, y la sala de espera tan amplia que da la vuelta y “entra por el andén” girando 180º, como ironizaba el autor que se escondía tras “I.J.G.”. Eso era entonces. Y lo que sorprende es que muchos de esos problemas siguen vivos.

Estación de Binéfar

 En 2021 aparecía esta noticia en prensa:

Esta semana hemos conocido que desde Zaragoza pretenden eliminar el servicio de tren en Binéfar. Recopilamos hoy lo que sucedió en el año 2001, con un pleno Extraordinario del Ayuntamiento en la Estación de tren, cuando Binéfar se movilizó alrededor de la coordinadora "Binéfar a todo TREN"

La coordinadora "Binéfar a todo tren” solicitó en julio de 2001 y dirigiéndose al ayuntamiento para que convoque un pleno extraordinario en la estación de Renfe para mostrar su adhesión al manifiesto elaborado por el Consejo Económico y Social, en el que se hace especial hincapié en la importancia de la estación de tren de Binéfa y del ferrocarril para el presente y el futuro del municipio.

 Pleno del Ayuntamiento en Estación de tren de Binéfar

La estación de Binéfar pasa por una situación que podría calificarse de lamentable: edificios que languidecen, andenes sin recrecer que impiden subir y bajar a muchos usuarios en condiciones mínimas de seguridad, servicios recortados y conexiones que se pierden, "como lágrimas en la lluvia".

Pleno del Ayuntamiento en Estación de tren de Binéfar 

En 2023 una carta al director la califica de abandono, sin billetes presenciales, con lavabos que no hay y andenes inadecuados y en 2017 el consistorio reclamaba al ADIF mejoras urgentes “por la falta de mantenimiento durante años”. 

Pleno del Ayuntamiento en Estación de tren de Binéfar
Pleno del Ayuntamiento en Estación de tren de Binéfar. 2021


Y para colmo: el servicio de tren entre Binéfar y Lérida, tan importante para la vertebración territorial, dejó de ser viable más allá de Binéfar en 2021.

 


¿Cuál es el problema concreto?

  • Reducción de servicios: El ramal que unía Zaragoza–Lérida pasa por Binéfar. Pero desde la retirada de financiación, el tramo Binéfar–Lérida se desvanece, y hoy la conexión es mucho más limitada. La consecuencia: una caída del 35 % en el volumen de viajeros. Dejó de recibir financiación estatal completa en 2014

  • Infraestructura deteriorada: Los edificios de la estación están infrautilizados, los andenes tienen deficiencias, y no existe una atención adecuada al público

  • Vías y uso impropio: En julio de 2024 se denunció que “un tren averiado y otro ‘aparcado’ ocupan 2 de las 3 vías en Binéfar”, lo que impide la circulación normal de otros convoyes

  • Personal y logística: Los trabajadores de la compañía se ven obligados a hacer cada día recorridos tan largos como 340 km (en AVE y taxi) por la decisión de terminar los servicios en Binéfar.

  • Cambio de prioridades en transporte: se favorecen corredores de alta velocidad, grandes ciudades; las líneas de media distancia, rurales, se descuidan.

  • Desconexión con el desarrollo territorial: cuando no se entiende la estación como motor de desarrollo regional, sino como gasto prescindible, se produce el abandono.

    Estación de Binéfar

¿Por qué importa esto para Binéfar y su entorno?

No es solo cosa de trenes y andenes, es cosa de territorio, economía local y expectativas de futuro.

  • Binéfar como capital y su comarca, la Litera, junto a la de Monegros y Cinca Medio, suma decenas de miles de personas que dependen de la movilidad para trabajar, estudiar o simplemente estar conectados. Que la estación o el tren se queden en precario es un mazazo para el desarrollo.

  • Una estación y un servicio ferroviario digno serían un signo de vertebración territorial. En cambio, lo que hay es señal de abandono. Cuando el tren tiene menos prioridad, el rural pierde vida.

  • Desde la perspectiva urbana y humana: andenes sin cobertura o equipada para lo mínimo implican inseguridad, incomodidad y menos usuarios — lo que retroalimenta el círculo negativo. Todo se convierte en “pues paso de coger el tren”.

Evolución comparativa: del interés al olvido

Si miramos la historia y la actualidad, vemos una trayectoria clara:

  • Era de uso intensivo: personas, mercancías, conexión regional con Zaragoza, Lérida, Barcelona.
  • Señales tempranas de abandono: el boletín de 1977 ya lo decía con sorna (“selva tropical” los jardines, lavabos sin uso).
  •  Reducción progresiva del servicio: años 2010-2020 con recortes, financiación compartida, línea que se acorta.
  •  Infrainversión en mantenimiento e infraestructuras: vías ocupadas por trenes averiados, edificio sin uso, falta de atención.
  •  Cambio de función del edificio y del nodo: la estación se negocia para otros usos, más cliente residual que motor logístico.
  • La cuestión es: este no es un episodio aislado; es un patrón. Y el patrón tiene consecuencias: movilidad reducida, opciones laborales más escasas, menor atractivo urbano.

La estación como símbolo de territorio

No se trata solo de trenes y raíles. La estación de Binéfar es símbolo de una promesa de conexión que hoy está en suspenso. Cuando el tren se degrada, la percepción de aislamiento se agrava. Y cuando la infraestructura existente se abandona, se envía un mensaje: “este territorio no merece prioridad”.

Pero también puede ser símbolo de cambio. Si la comunidad local, el municipio de Binéfar, La Litera, Cinca Medio, Monegros y las administraciones se alían, pueden revertir la historia. No es una utopía. 

Una reflexión final 

Podemos ver la estación de Binéfar como un caso más de infraservicio en el medio rural, o podemos verlo como una oportunidad. En un mundo donde la movilidad, la sostenibilidad y la conexión territorial serán cada vez más importantes, dejar que un nodo ferroviario languidezca es apostar por el retroceso.

La situación es mala, es injusta y es absurda. Pero no está escrita en piedra. Desde Binéfar se puede (y se debe) reclamar un servicio digno, que no sólo mire al pasado, sino al futuro. Y para eso hace falta músculo político-social, exigencia ciudadana y dignidad colectiva.

Entrada dedicada a todos los que emplean el tren en su día a día y a los que luchan por que este servicio siga siendo digno en los pueblos.

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Fuentes: 

 



domingo, 26 de octubre de 2025

Fanzines en Binéfar: cuando la cultura se imprimía a golpe de fotocopia

Hubo un tiempo —no tan lejano— en que, si querías contar algo, no abrías un blog ni grababas un vídeo en TikTok o Instagram. Cogias un puñado de folios, buscabas una fotocopiadora de confianza (o que al menos no se atascara cada dos páginas), y te fabricabas tu propio medio de comunicación. Lo llamában “fanzine”.

Los fanzines fueron la herramienta predigital para que las ideas minoritarias, los gustos alternativos y las voces más inquietas se colaran por las rendijas de la cultura oficial. Revistas autoeditadas, con presupuestos de supervivencia y rebeldía de sobra. Música, cómic, política local, literatura marginal, la contra-cultura punk… papel y grapas como arma de expresión masiva.

España vivía los ochenta: explosión cultural en Madrid, punk en Euskal Herria, efervescencia en Barcelona… pero también en los pueblos donde parecía que nunca pasaba nada. Spoiler: sí pasaban cosas

Porque también aquí, en Binéfar, hubo quien dijo: «Si nadie cuenta lo que nos interesa… ¡ya lo contaremos nosotros!».

El lado Salvaje - Fancine Binéfar 

Y así nacieron tres fanzines locales que hoy son pequeñas joyas para entender la creatividad, la crítica y la inquietud de varias generaciones de binefarense:

La Escoba (finales de los 70 — principios 80)
La Otra Voz
El Lado Salvaje (1984…)

Cada uno muy distinto, pero unidos por la misma pulsión: hacer ruido desde los márgenes.

La Escoba: barrer lo establecido

Antes que "los modernos" llegaran con sus cintas de The Cure, en Binéfar ya había bullido un movimiento vecinal y político muy potente. Ahí aparece La Escoba: publicación vinculada a la Candidatura Independiente de Binéfar, surgida tras la dictadura, con una clara vocación de información ciudadana y crítica social.

Más que un fanzine cultural, fue un fanzine de combate:

  • denuncias políticas y municipales,
  • propuestas vecinales…
  • participación ciudadana,
  • análisis local

Era menos punk y más democrático, aunque igual de incisivo. Una escoba para levantar alfombras en tiempos en que hacía falta airear muchas cosas.

Podríamos decir que abrió camino: demostró que una publicación hecha desde la calle podía impactar en la vida real de un pueblo.

La Otra Voz: cuando la juventud habló en estéreo

Después de La Escoba, aparece La Otra Voz: una publicación que recogió el espíritu juvenil de principios de los 80. Su propio nombre ya es una declaración de intenciones: Si existe "una Voz" oficial… aquí va “la otra”.

Más experimental en contenido, más diversa en intereses:

  • música que no salía en los 40 Principales,
  • humor, ilustración y pequeñas dosis de irreverencia.
  • primeros grupos de pop y rock locales,
  • cultura alternativa....

Era un espacio para la creatividad de jóvenes que querían decir cosas y no tenían dónde hacerlo. La maqueta era totalmente DIY: máquinas de escribir, rotuladores, tijeras, pegamento, y a correr a la imprenta local.

La Otra Voz ya olía a contracultura y anticipaba lo que vendría a continuación…

La Otra Voz de Binéfar 

El Lado Salvaje: Binéfar se pone en modo underground

1984: Cuatro jóvenes deciden que la música, los cómics y la literatura "marginal" también tenían seguidores aquí, no solo en Madrid o Londres. Y nacen las 22 páginas de: «El Lado Salvaje» (sí, homenaje explícito a Lou Reed)

Sus creadores:

  • M. A. Abadías,
  • Liz García
  •  J. F. Lapuente,
  • Manuel Pueyo,
  • quizás alguien más que no hemos sabido reconocer...

Algunos datos:

  • Primer tiraje: 300 ejemplares
  • Precio: 110 pesetas
  • Canales de distribución: pubs de Binéfar y alrededores
  • Recepción: más de 200 copias vendidas en 15 días

Aquello fue un bombazo.

Su declaración de intenciones, recogida en su segundo número, lo deja claro: querían romper el silencio cultural del territorio:

“Nacimos con la intención de cubrir un hueco informativo en esta zona nuestra, donde la música pop y la cultura no oficial tienen un insospechado número de adeptos…”

El lado Salvaje - Fancine Binéfar 

En 1984, en plena resaca de la Transición y con la Movida madrileña extendiéndose por toda España, surge El Lado Salvaje, un fanzine que respira inconformismo, pasión y una necesidad casi vital de sacudir la modorra cultural de la época. Desde su primer número, el tono es claro: el rock no puede ser un museo, debe ser una materia viva, en constante mutación. Los redactores lo proclaman sin rodeos: “Pasearse por el lado salvaje es arriesgado pero excitante”, y en esas palabras se resume toda una filosofía.

El fanzine se abre con un manifiesto que mezcla entusiasmo juvenil y conciencia crítica. Herederos del espíritu punk del 77, los autores invocan a los Velvet Underground, los Stooges y los Doors como sus santos patronos. Pero su mirada está puesta en el presente: en los grupos que, desde Londres, Berlín o Madrid, están reescribiendo las reglas del juego. En una España que empezaba a salir del gris, El Lado Salvaje es una sacudida eléctrica contra la complacencia.

Sus páginas vibran con la urgencia de un tiempo que quería romper con todo. Hay críticas musicales apasionadas —de Parálisis Permanente, The Clash, Alan Vega o New Order— que van más allá de la reseña: son declaraciones de principios, pequeños manifiestos de resistencia cultural. Se denuncia la domesticación del rock por parte de las multinacionales y se exalta la independencia creativa, la búsqueda del riesgo y la autenticidad.

En medio del discurso político y social de la crisis —“las compañías de seguros venden miedo”, escriben con ironía—, el fanzine propone la música como un refugio y un arma. La libertad de creación se convierte en bandera, y el “hazlo tú mismo” en método y actitud. Cada texto transpira la rabia y la ilusión de quienes se saben parte de algo más grande: un movimiento subterráneo que está construyendo una nueva cultura.

El Lado Salvaje Binéfar 

El Lado Salvaje no es solo una publicación musical: es un testimonio de época, una crónica escrita con urgencia y con las manos manchadas de tinta. Su voz, a medio camino entre la lucidez y el delirio, nos recuerda que el rock —como la vida— solo tiene sentido cuando se vive al límite, sin miedo a ensuciarse. En sus páginas, la juventud de los ochenta se mira al espejo y se descubre salvaje, libre y ferozmente viva.

 El lado Salvaje - Fancine Binéfar

El número 2 de El Lado Salvaje (1984) es una auténtica cápsula del tiempo del underground aragonés. Desde su primera página respira la ilusión y la energía de un grupo de jóvenes de Binéfar que, sin esperar el beneplácito de nadie, decidieron conectar el Altoaragón con la escena musical y cultural más inquieta de la España post-movida.

La redacción —Abadías, Lapuente y Pueyo— abre el número con una editorial lúcida y casi programática: reconocen las dificultades de sacar adelante el proyecto, las críticas recibidas y la voluntad de “ensuciar la inmaculada blancura de los folios con la tinta de las máquinas de escribir”. Ahí está su espíritu: honestidad artesanal, cero pretensiones comerciales y una fe absoluta en la cultura como impulso vital.

El contenido combina artículos extensos sobre la Onda Siniestra española (Gabinete Caligari, Parálisis Permanente, Décima Víctima, Los Monaguillos…), análisis de grupos internacionales como Talking Heads o Iggy Pop, reseñas literarias y cinematográficas —de Feliz Navidad, Mr. Lawrence a Derrama whisky sobre tu amigo muerto— y un tono crítico que bascula entre la erudición autodidacta y la pasión sin filtros.

Su maquetación, mezcla de tipografía de máquina y collage manual, tiene el encanto imperfecto del hazlo tú mismo. La escritura es densa, cargada de referencias y entusiasmo, más cercana a un manifiesto cultural que a una revista musical al uso. Se nota la huella de una generación que había leído a Star, escuchado a Radio Futura y soñaba con escapar del gris de provincias a golpe de vinilo.

El Lado Salvaje no fue solo un fanzine: fue una declaración de existencia. Demostró que, incluso desde un pueblo, podía hacerse periodismo cultural con criterio, pasión y mala leche. Cuarenta años después, sigue siendo un documento imprescindible para entender cómo la contracultura también echó raíces en Binéfar.

 

Compartir es vivir, también en redes sociales.

Fuentes: 

- La Otra Voz: Cellit

 

 

domingo, 19 de octubre de 2025

«Símbolo» — Mario Molins y el homenaje de Binéfar a Joaquín Costa

Binéfar · Parque Benito Coll / Calle Mariano de Pano · Inaugurada el 8 de febrero de 2015

En Binéfar hay esculturas que cuentan historias; otras, como “Símbolo”, las canalizan.
La obra del artista binefarense
Mario Molins Roger se eleva en el parque Benito Coll, junto a la calle Mariano de Pano, como una acequia vertical que transforma el agua en metáfora de memoria, cultura y progreso. Concebida como homenaje a Joaquín Costa, la escultura resume en sus materiales y en su gesto lo que el regeneracionista altoaragonés defendió durante toda su vida: el poder del agua, la educación y el trabajo para transformar la tierra.

Símbolo Molins

 

Un monumento que nació del pueblo

La iniciativa de erigir un monumento a Joaquín Costa no fue institucional, sino popular.
La
Cooperativa del Campo Joaquín Costa y La Litera promovió la idea en su Asamblea del 28 de abril de 2011, y tras años de gestiones, el 18 de junio de 2014 firmó un convenio con el Ayuntamiento de Binéfar. A partir de ahí, la comunidad se volcó: la financiación se logró mediante aportaciones voluntarias de ciudadanos, sumadas a la subvención municipal que cubrió materiales e instalación.

El proyecto se encargó al escultor local Mario Molins, con un presupuesto total de 8.215,51 € IVA incluido, y fue asumido conjuntamente por la Cooperativa y el Ayuntamiento. Desde entonces, la obra pertenece al Inventario General de Bienes y Derechos del Ayuntamiento de Binéfar, formando parte del patrimonio cultural de nuestra localidad.

Símbolo Molins
Acto inauguración Símbolo

 

El autor y su visión: piedra, acero y tiempo

Mario Molins, nacido en Binéfar en 1983, combina arte y docencia, naturaleza y materia.
En su página oficial describe
Símbolo como un “vínculo con el tiempo, la memoria y el territorio”, donde la piedra no es solo un bloque extraído de una cantera, sino una parte viva de la tierra que la vio nacer. La pieza metálica, explica, “es una acequia vertical que canaliza la tierra, la memoria e incluso el tiempo representado por la piedra”.

Las tres palabras caladas en el acero —Evolución, Cultura, Progreso— son el núcleo conceptual de la obra. Según el propio artista, representan tres formas de crecimiento que Costa promovió:

  • Evolución, como crecimiento físico y técnico;

  • Cultura, como crecimiento intelectual;

  • Progreso, como desarrollo económico y social.

En conjunto, la escultura articula una lectura poética del legado costiano: la tierra se eleva y el agua se hace idea, recordando que el verdadero progreso surge de la educación, la innovación y el esfuerzo colectivo.

Mario nos manda este mensaje al Blog de Binéfar:

Mario Molins
El concepto del bloque de piedra que se eleva y que metafóricamente alza a la piedra y eleva la tierra. La piedra de Calatorao, tiene esa corteza terrestre y que de alguna manera recuerda esa tierra virgen sin labrar. La caja de la pieza de metal que la que la que abraza y no solo abraza la piedra, abraza al territorio,al territorio aragonés por eso, la piedra escogí la de Calatorao. La tajadera vertical que tiene esas tres palabras grabadas, abraza la piedra y la y la eleva no como si la canalizara y los tres conceptos tan claros: cultura; el hecho de que Joaquín Costa le diera tanta importancia ya no solo al comer, sino a la cultura al enriquecerse intelectualmente. El progreso y obviamente evolución. Evolución humana, no pero además la palabra evolución con sentido, no solo económicamente. No. Por eso está acompañada de cultura y de progreso y también marcando un poco la la vía ideológica del del propio Joaquín Costa.

Descripción técnica

Título: Símbolo
Autor: Mario Molins Roger
Año: 2014 (inaugurada en febrero de 2015)
Ubicación: Parque Benito Coll (Unidad de Ejecución 15, Binéfar)
Materiales: Piedra de Calatorao y acero Cor-Ten
Dimensiones: 350 × 100 × 100 cm
Peso aproximado: 8 toneladas

La obra se compone de dos cuerpos: un bloque de piedra extraído directamente de la tierra —conservando parte de su textura natural— y una estructura de acero que lo abraza, generando un equilibrio entre masa y verticalidad. Esa “acequia” metálica, oxidada y cálida, actúa como un canal simbólico que eleva la tierra y la memoria hacia el cielo.

Símbolo de Mario Molins en Binéfar

Símbolo de Mario Molins en Binéfar



 

Una inauguración con eco colectivo

El 8 de febrero de 2015, día en que se cumplían 104 años de la muerte de Joaquín Costa, Binéfar vivió un acto de homenaje cargado de emoción y simbolismo.

El alcalde Agustín Aquilué, acompañado por el vicepresidente de la Cooperativa, Juan José Mallén, y el presidente del Canal de Aragón y Cataluña, José Luis Pérez, descubrió el monumento ante vecinos, escolares, asociaciones y artistas locales.

Por fin se hace justicia en Binéfar a uno de los grandes impulsores de la riqueza de esta zona”, declaró el alcalde durante su discurso.

También recordó que “el agua fue vehículo de democracia, de igualdad y de oportunidades”, destacando cómo la política hidráulica impulsada por Costa transformó la agricultura y la industria agroalimentaria de La Litera.

El acto incluyó lecturas de textos por parte de escolares del CEIP Víctor Mendoza y del Colegio Virgen del Romeral, una ofrenda floral con productos de la tierra y una representación final a cargo de Los Titiriteros de Binéfar, dirigida por Paco Paricio, que escenificó la vida y obra del homenajeado.

Símbolo de Mario Molins en Binéfar 

Simbolismo: agua, cultura y progreso

La escultura funciona como una alegoría del agua canalizada, el motor del desarrollo aragonés y el alma del pensamiento de Costa.

Molins resume el sentido de su obra con un poema breve —recogido en la ficha municipal— que parece condensar todo su mensaje:

Un abrazo a la tierra petrificada
piedra, metáfora de tiempo
tiempo canalizado como el agua
agua que hace evolucionar
agua y cultura
agua para el progreso
el progreso de la tierra

Pocas veces un poema y una escultura se funden tan bien. Símbolo convierte el agua —esa corriente horizontal— en una fuerza que asciende y eleva. Es un monumento al trabajo humano, al conocimiento y al respeto por la naturaleza; un recordatorio de que, en Binéfar, el progreso siempre ha nacido de la unión entre tierra y gente.

Patrimonio vivo

Hoy, Símbolo se integra con naturalidad en el paisaje urbano del parque Benito Coll.
Sus líneas firmes y su diálogo con la luz del sol —que cambia el color del acero a lo largo del día— hacen que cada observador encuentre una lectura diferente. No es una obra monumental en el sentido clásico, sino
una presencia serena que invita a detenerse, mirar y recordar.

El monumento a Joaquín Costa es una pieza de memoria viva: un gesto de agradecimiento a un hombre que entendió que la verdadera riqueza de la tierra no está solo en su agua, sino en su gente. Y también, un testimonio de que en Binéfar el arte sigue siendo un cauce donde fluyen la historia, la identidad y la creatividad.

Símbolo de Mario Molins en Binéfar

 

Fuentes

  • Inventario Municipal de Bienes y Derechos del Ayuntamiento de Binéfar (2014).




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